Dentro de sus primeros días de gobierno en materia de ciencia, tecnología e innovación, el Ejecutivo federal está tomando muy en serio la necesidad de remontar el rezago que tenemos como país para insertarnos en la economía del conocimiento; en específico, la meta de hacer de México un país que trascienda de la manufactura al desarrollo de tecnología propia.

 

El proceso de decisiones políticas va desde el diseño de los cinco ejes y el Pacto por México hasta llegar a lo que en días venideros configurará los contenidos, acciones y metas del Programa Nacional de Desarrollo. En lo que respecta al sistema de ciencia, tecnología e innovación, las decisiones apuntan a una mayor relevancia de estas comunidades en la construcción y diseño de las políticas públicas.

 

Desde luego que acciones como la creación de una secretaría del sector o la asignación de 1% del Producto Interno Bruto (PIB) como inversión para impulsar, fortalecer y consolidar el conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y la aplicación de innovación en el sector productivo, habrán de esperar condiciones objetivas más favorables. En el caso de la inversión, hay la voluntad política expresa de avanzar una décima porcentual cada año para alcanzar la meta en una década; con todo, por lo que respecta al 2013 no se logró romper la histórica barrera de 0.5%.

 

En el Pacto por México, que han suscrito las fuerzas políticas nacionales más importantes, destaca el punto 2 “Acuerdos para el crecimiento económico, el empleo y la competitividad”, en donde se plasman acciones y metas que tienen que ver específicamente con hacer de la ciencia, la tecnología y la innovación las bases del crecimiento económico y el combate a la pobreza.

 

Tres son los objetivos concretos que se establecen en el apartado 2.3 de ese documento: el primero, “dar cumplimiento a la Ley de Ciencia y Tecnología con el objeto de incrementar el financiamiento para la investigación científica y el desarrollo tecnológico, a fin de alcanzar, de manera gradual una inversión del uno por ciento del PIB.” Para el Foro Consultivo Científico y Tecnológico esta es una excelente noticia, pues, como se recordará, la institución demandó por la vía administrativa a los funcionarios de Hacienda que resulten responsables de tal omisión. Demanda que, por cierto, sigue en curso.

 

Por otro lado, el Pacto destaca que “se incentivará la participación intensa de los sectores productivos en la investigación científica”, lo cual revela la importancia que para el sistema científico-tecnológico nacional tiene el empresariado como la fuerza que genuinamente puede hacer convergir el conocimiento en empleos, riqueza y bienestar, por la vía de la transferencia tecnológica y la innovación.

 

El segundo objetivo plantea la definición de prioridades para el desarrollo de la ciencia y la tecnología; lo cual implica identificar las necesidades, capacidades y áreas de oportunidad concretas de cada estado o región del país para que el conocimiento pueda verdaderamente transformarse en producción, empleos y riqueza.

 

El tercero tiene que ver con el capital humano de alto valor; es decir, el sistema nacional de investigadores (SNI) y los centros de investigación con los que México cuenta para hacer ciencia básica de calidad que provea al sector productivo de los conocimientos susceptibles de ser convertidos en nuevos o sustancialmente renovados productos, procesos, bienes o servicios.

 

Como se ve, la articulación de una política de Estado de largo aliento es posible, y en el caso de México, urgente.

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