La apatía de la sociedad mexicana y su desinterés en los temas políticos a la hora de exigir transparencia en los casos corrupción, limita que los jóvenes se organicen para emprender movilizaciones como en España, Francia y Bruselas.

 

El sociólogo Alfredo Nateras Domínguez, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, explica que a pesar de las condiciones de inseguridad, desempleo y violencia que se vive en el país, los jóvenes están en una situación vulnerable  porque todavía no tienen la capacidad de agruparse para salir a la calle a protestar, como sí ha sucedido en países del viejo continente.

 

“Las grandes concentraciones del malestar callejero contra la violencia en Guadalajara, en Monterrey, en el Distrito Federal y ahora el movimiento encabezado por Javier Sicilia, sí están plagados de jóvenes, pero no encontramos un movimiento particularmente de jóvenes que dé cuenta de este malestar o descontento en relación a la seguridad, la violencia, el desempleo y el acceso a la educación, como sí lo encontramos en países como Chile y Honduras, donde han salido a protestar por condiciones desfavorables en torno a la educación”. En estos países los jóvenes sí arman un movimiento social, asevera el especialista.

 

“En el caso mexicano no es así. No hay la capacidad todavía de agruparse, movilizarse y salir a la calle como escena o como movimiento dada la situación de inseguridad y violencia que están padeciendo”.

 

Esto se debe, agrega, a que hay una desarticulación en términos de agruparse, de aproximarse con sus pares para salir a protestar. Pero es preciso decir que esto no pasa solamente por la condición de ser joven, sino que la sociedad mexicana en general es conservadora y padece un déficit de participación social, indica el docente del Departamento de Sociología de la unidad Iztapalapa y especialista en temas juveniles.

 

En julio pasado, jóvenes de los diferentes países que integran la Unión Europea se organizaron para emprender la llamada marcha de los indignados para exigirle al gobierno políticas públicas eficaces, que resuelvan el desempleo y la crisis económica; que además terminen con el privilegio de la clase política.

 

mms