El máximo grado de incertidumbre que presenta cualquier proceso electoral es el de los indecisos. Cuando la afluencia de votantes es, como en México, mas bien modesta, este factor incrementa aún más la incertidumbre. Es el terror de las encuestadoras. Es lo que provoca vuelcos como el que vimos en 2006 a favor de Felipe Calderón. Fue la debacle de López Obrador.
Los indecisos son, pues, el tesoro más preciado de los jefes de campaña. Quien logra pesar en su ánimo, tiene más de la mitad del camino andado a una victoria electoral. Por eso los partidos y candidatos pagan grandes sumas a los estrategas electorales, aunque la experiencia demuestre que no hay fórmulas seguras para triunfar en una elección. Lo que llaman “ingeniería electoral” con frecuencia sufre derrumbes.
No es fácil meterse en los zapatos del indeciso. ¿Cómo intentar reproducir un proceso mental cuya característica es la poca información? ¿Qué elementos emplea el indeciso para evaluar? Y ante la irrupción en el escenario político de los profesionales del marketing, ¿cómo impedir que lo que decida un proceso sea la popularidad; o, para estar de moda, el copete?
Es claro que los partidos no tienen la solución. Si un indeciso se basara en la congruencia de su partido (el que sea) para decidir su voto, se queda paralizado. El IFE, cuando no está dando bandazos, está más preocupado por ejercer su presupuesto que su función. Del Congreso, mejor ni hablar. Mientras se preserven sus sueldos y prebendas, y su fuero, mejor ni sesionan por falta de quórum, unas veces, y de luz, otras.
El indeciso típico no está muy preocupado por la elección, sino por cómo el resultado afectará su vida diaria. El indeciso es casi siempre ciudadano de a pié, preocupado por llevar la comida a su casa, pagar la escuela, irse al futbol una vez al mes y a Oaxtepec una vez al año. Ese es el ciudadano que la clase política debiera buscar integrar al proceso. Ese, al que las campañas multimillonarias en radio y TV van dirigidas y que fortalecen más el creciente cinismo entre los votantes, que sus sofisticados objetivos de imagen.
Ese ciudadano, que más que volantes, mítines y llamadas telefónicas, necesita un poco de esperanza. Ese, que hay que convencer, antes que nada, de sacrificar su domingo de asueto para acudir a las urnas y votar.
Tuits
La secretaria general del PRD Dolores Padierna, fiel a su tradición porril, hace un plantón frente a las instalaciones del ¡PRD! Quiere que su tribu gane las internas.
#OccupyTelevisa ya se hizo tendencia. Tuiteros quieren bloquear accesos para impedir la transmisión de informativos durante un día. Mala idea querer callar voces.
Hace semanas que no hay chistes de Ninel.
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