El show terminó, ya no hay estrellas en el mundo de la tecnología.
Cuando Bill Gates anunció que se retiraba de Microsoft, el 6 de enero de 2008, cientos de nerds (ahora les llaman geeks) se quedaron mudos. Corrió un video en la pantalla del auditorio gigante del Venetian, en Las Vegas, en que explicaba cómo serían sus últimos días en la empresa de tecnología más valiosa del planeta, en ese momento. Jay-Z, Barack Obama, Hillary Clinton, Al Gore, Steven Spielberg, George Clooney y hasta U2 fueron parte de una cadena de bromas que todos festejaron y que se compartió viralmente en las redes de todo el planeta y que incluso ocupó espacios importantes en noticiarios de medios masivos. Era la despedida de los escenarios de una estrella, algo tan grande como la separación de REM, de Oasis, los Black Eyed Peas, o cualquier otro grupo mainstream que hipnotiza masas.
Los fans, competidores, detractores y reporteros que presenciamos ese show sabíamos que éramos parte de un momento histórico. Desde esa ocasión, el Consumer Electronics Show (CES) de Las Vegas no es igual.
La feria de tecnología más importante del planeta, que se realiza la primera semana de cada año desde hace décadas en la ciudad que nunca duerme, perdió gran parte de su encanto.
Sí, podrán decirme que están las máquinas y mesas de juego y clubs, pero ese es el tipo de fiesta que acostumbran los millonarios, los nuevos ricos, turistas chinos y vendedores. Eso no es suficiente para la gente que sólo visita el CES para saber qué es lo que transformará el mundo y para compartir experiencias alrededor de los inventos que llegan de todo el planeta casi listos para comercializarse. La máxima estrella era Bill Gates.
Cada año se especulaba que Steve Jobs se uniría a la fiesta. Que había limado asperezas con sus enemigos y que accedería a participar en el CES con sus productos. Se pronosticaba que sería el hombre que haría ver de nuevo ese espacio como un lugar en el que se tenía que estar y que ya no opacaría los inventos de LG, Microsoft, Sony, Panasonic, entre otras marcas, desde San Francisco.
Cada show de Gates era espectacular. Era el MC natural de una ventana hacia el futuro.
Jobs también era espectacular. Cada vez que reunía a la prensa para anunciar un nuevo producto, en el Yerbabuena Center, era noticia. Con sólo aparecer en el escenario (nunca confirmaban su presencia y a veces no llegaba por sus problemas de salud) el mundo parecía paralizarse. Las redes, la televisión, la radio, todo giraba en torno a sus palabras, sus gestos, la música que utilizaba para sus presentaciones, su ropa y claro, sus productos.
Jobs murió. Gates se retiró. ¿Quién llenará ese espacio?
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