Símbolos ochenteros, Alfredo Tena y Fernando Quirarte fueron defensas insignia y capitanes de los dos más grandes clubes del futbol mexicano en años en los que el llamado Clásico Nacional vivió sus ediciones más calientes. Antagonistas naturales, no sólo se recuerdan sus choques con balón de por medio, sino esas intensas y violentas broncas que dejaron patente, no sin una buena dosis de bochorno, la tremenda animadversión que en el campo como en la tribuna generaban esta clase de confrontaciones. Hoy se reencuentran, más de un cuarto de siglo después de su último choque como futbolistas, en circunstancias muy diferentes a aquellas. Los dos se han hecho cargo de la dirección técnica de los equipos de sus amores cuando sus propias carreras como tales parecían capítulos cerrados. El América, que reinaba en la década de los 80, hoy luce en las cercanías de la ruina; en cambio, en huestes enemigas no se habla de crisis pero tampoco se goza de un momento de absoluta gloria.

 

Nadie discute la grandeza histórica de ambas instituciones –en la Era profesional Chivas suma 11 estrellas y América 10- pero tampoco su evidente alejamiento del camino que conduce al éxito. Juntos, América y Guadalajara, sólo han sido capaces de ganar cuatro de los 30 torneos cortos efectuados al momento. Para más precisión, los del DF apenas conquistaron dos (Verano 2002 y Clausura 2005) de los últimos 36 campeonatos disputados; los tapatíos agregaron también sólo dos Ligas en los 38 más recientes certámenes que se efectuaron en la Primera División Nacional. Cifras inferiores a las que presumen en ese mismo ciclo, equipos como Toluca, Pachuca, Pumas. Santos Laguna y Monterrey.

 

El vigente Apertura 2011, que este fin de semana entrega su 14ª jornada de competencia, les une en cuanto a que los dos clubes cambiaron de timonel hace unas semanas y que sus producciones estadísticas no han sido las deseadas, aunque les distingue el hecho de que mientras el América aún corre el riesgo de ver la Liguilla por TV –por cuarta ocasión en los ocho últimos torneos- el Rebaño Sagrado aún tiene legítimas aspiraciones de ingresar a la Fase Final, aunque su plantel no parezca estructurado para llegar demasiado lejos en la misma.

 

En ese sentido, los tres puntos en juego este domingo en el Estadio Azteca tienen un valor diferente. Para el equipo amarillo, que lucirá un hermoso uniforme conmemorativo por sus 95 años de vida, el triunfo será algo más que especie de analgésico para aminorar el intenso dolor de un semestre lamentable, ya que su utilidad matemática resulta indispensable, en cambio, para los de Jorge Vergara la pérdida de las unidades en disputa puede tener consecuencias en su ubicación en la tabla pero no lo marginará, al menos de momento, de zona de clasificación.

 

Más allá de la maquinaria publicitaria que maneja a ambos clubes, de su indiscutible impacto mediático, y de la necesidad de mantener viva una rivalidad venida un poco a menos, la edición 210 del Clásico Nacional no hace prever una fiesta con gran adrenalina y pirotecnia, inclusive aunque el morbo pueda ayudar, no sería extraño que el estadio no luzca lleno ni cerca de ello.