El día de hoy se desarrollan las elecciones presidenciales en Argentina y no cabe duda, que la actual presidenta, Cristina Fernández, ganará con más del 50 por ciento de los votos válidos, con una amplia ventaja sobre su seguidor más cercano.
Más allá de la búsqueda de explicaciones al resultado esperado, cabe mencionar algunos puntos de importancia: una mejora en la situación de los ciudadanos, incluyendo la reducción del desempleo, el aumento salarial, las tarifas congeladas en servicios públicos y subsidios, con el consiguiente aumento en el nivel de consumo, todo esto, unido a una profunda división entre los partidos de oposición, además de una falta de propuestas sólidas por parte de los mismos.
Argentina ha mostrado elevadas tasas de crecimiento del PIB, donde al igual que otros países de la región, el elemento fundamental es una sensible mejora en los términos del intercambio comercial, teniendo, en el caso de Argentina, la combinación de tres factores: un aumento en los gastos de gobierno, un aumento sensible de los ingresos por exportaciones de productos del agro (donde la soya aparece como el de mayor contribución al aumento del valor de las exportaciones), y un incremento en las ventas a Brasil.
Una característica interesante es el haber mantenido resultados positivos, tanto en sus cuentas del gobierno, como en su cuenta corriente de la balanza de pagos.
La mejora en la situación fiscal, pese al aumento en los subsidios y a los programas sociales, se debe a un aumento mayor en los ingresos con una combinación de elevados impuestos a la exportación, del impuesto inflacionario y de algunas apropiaciones, tales como los fondos de pensiones, además del uso de reservas del Banco Central.
Aparte de la mejora en los términos de intercambio comercial, es necesario señalar la utilización del tipo de cambio como ancla, manteniendo su valor nominal, lo que genera una cierta presión inflacionaria, motivo de diferencias entre los datos del gobierno y los de las consultoras privadas.
Sin embargo, las condiciones han cambiado rápidamente en el curso de este año, reflejándose en lo esperado en el plano económico para el año que viene, donde la cuestión hoy no es quién gana las elecciones ni por cuánto, sino cómo. Quien esté al frente del gobierno deberá impulsar las políticas para corregir los factores adversos que a continuación detallo.
El superávit fiscal se ha convertido ya en déficit y podría empeorar, aun reduciendo los subsidios debido a la caída en el precio de la soya y a un crecimiento esperado del PIB cercano a la mitad del actual.
El superávit de la cuenta corriente está desapareciendo rápidamente, esperándose un déficit para finales de este año, debido a la combinación de la ya mencionada caída en el precio de la soya y a los efectos de una devaluación en Brasil, teniendo como resultado, una reducción en las compras que haga a Argentina.
En lo que se refiere a la balanza de pagos, es de mencionar, que la balanza comercial de combustibles ha pasado ya de ser positiva a negativa.
El periodo previo a las elecciones se está caracterizando por una elevada demanda de dólares, presionando al tipo de cambio, el que se mantiene mediante venta de reservas del Banco Central, estimándose como uno de los mayores años en términos de fuga de divisas, donde es notorio el atraso en el tipo de cambio real.
La pregunta hoy es, qué se va a hacer una vez finalizadas las elecciones, donde los temas mencionados estuvieron muy ausentes en las distintas campañas electorales tanto del gobierno como de la oposición.
Por supuesto, que para estos problemas hay soluciones, si es que se quiere aplicarlas, donde el espectro puede ir de un sincerar la economía mediante un ajuste estructural tradicional con fuertes efectos sociales y políticos, hasta una mayor apropiación de activos privados por parte del gobierno, de efectos dudosos en lo económico y creando precedentes para muchos, no deseables.
*Profesor de economía en la universidad Iberoamericana.