La mejor noticia durante los siete años que duraron sus dos gobiernos, para el hoy debilitado Zapatero, llegó 30 días antes de celebrarse las elecciones generales. La banda terrorista que nació bajo la atmósfera de una dictadura, avisó la noche del jueves, el cese definitivo de su lenguaje armado dejando entrever su toral necesidad de pasar a la mesa de negociación para concluir el capítulo de presos y clandestinos. De ahí que en su comunicado, publicado en el periódico Gara, no haya incluido la palabra disolución.

 

Este hecho ha provocado las más variopintas reacciones de los cuerpos, político y mediático, españoles. Por ejemplo, la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre (perteneciente al Partido Popular), asegura que los comunicados de ETA tienen “credibilidad cero”. Para ella, la banda terrorista debió anunciar la entrega de armas y hacer explícita su disolución.

 

Para Federico Jiménez Losantos, editorialista del periódico El Mundo, “la razón fundamental de la pervivencia de ETA es la patológica compulsión de los periodistas y los políticos españoles a creer en su arrepentimiento”. (…) “El comunicado en sí es una fachendosa y cochambrosa construcción vagamente sintáctica que no significa nada, salvo lo que quieran imaginar los que lo leen”.

 

Por si quedaba alguna duda sobre el desprecio manifestado por los integrantes de un conglomerado mediático, Arcadi Espada, también de El Mundo, escribe: “Yo comprendo a los que quieren que ETA pida perdón. Los comprendo y los quiero. Pero eso es un imposible ontológico. Tan imposible como que las armas callen. ETA sólo dispara”.

 

La soberbia de los “demócratas” refleja lo tan alejado de la realidad en la que se encuentran muchos de ellos. Los pequeños pasos ocurren gracias a un sinnúmero de negociaciones y sacrificios; encuentros y desencuentros; promesas y mentiras; asimetrías de poder, pero sobre todo, de objetivos. El caso de ETA no fue la excepción. Felipe González y José María Aznar lo saben; representantes de sus respectivos gobiernos se sentaron a negociar con ETA. Ninguno de ellos logró el objetivo común de los españoles: el fin de ETA.

 

Desde hace muchos años, el día más esperado por los españoles se convirtió en sueño, por lo irreal y por la desesperanza incubada en la sociedad. Detrás de cada secuestro o estallido de bombas, los españoles se sumergían en el desconcierto. En dos palabras: miedo e incredulidad. Miedo a convertirse en la siguiente víctima de la banda armada e incredulidad sobre las múltiples treguas anunciadas por los asesinos. Lo peor, los políticos se cansaron de usar la retórica al transferir responsabilidades y culpas a sus opositores en turno.

 

Pero finalmente, llegó el día más esperado. El sueño es realidad.

 

El presidente Zapatero ha dejado de ser un elemento estratégicamente prospectivo. Va de salida y su legado se monopoliza en la crisis económica. En realidad, el comunicado de ETA fue dirigido al líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, quien se convertirá en presidente si no ocurre algún evento radical que altere la tendencia de las encuestas. Tal vez sea ésta la razón por la que su primera intervención post comunicado de ETA, haya sido tersa y radicalmente distinta a su retórica utilizada durante los últimos diez años. Es probable que lo primero que le pasó a Rajoy por  su mente haya sido el irresponsable error estratégico cometido por el entonces presidente Aznar al señalar a ETA como el responsable del atentado terrorista ocurrido el 11 de marzo de 2004 en la estación de trenes de Atocha, en Madrid. La mentira detonó la ruptura de la tendencia en la opinión pública sobre las elecciones que se celebrarían 72 horas después.

 

Ahora, Rajoy dejó de ser el Mariano Rajoy de aquella frase venenosa dirigida a Zapatero. Pasó del, “Usted ha traicionado a los muertos” a “Es una gran noticia; este anuncio  se ha producido sin ningún tipo de concesión”. La palabra “concesión” no es gratuita. Va incluida en la retórica electoral pero, sobre todo, se la dedicó a Zapatero. Por cierto, la única rosa que cortó Rajoy de su jardín como opositor para obsequiársela a su antagonista.

 

Las preguntas que flotarán en el aire hasta el día después de la vitoria serán: ¿Qué política implementará Rajoy con el tema de ETA? ¿Negociará una amnistía? ¿Trasladará a los presos a cárceles ubicadas en las ciudades donde vivan sus respectivas familias?

 

Las paradojas se interpretan de mejor manera al paso de los años. El PP y el PSOE buscaron, en su momento, desmantelar a la banda terrorista. Cada uno criticó al otro su “incapacidad” de solucionar el problema. Finalmente, esos pequeños pasos colaboraron con la rendición de ETA.

 

No fue ETA quien, motivada por la Declaración de San Sebastián de la semana pasada, se rindió. Fueron las circunstancias (endógenas) quienes le orillaron a tomar esa decisión: Su debilitamiento sin retorno; las acciones coordinadas entre las policías francesa y española; y, de manera fundamental, el alejamiento de la izquierda abertzale a raíz del atentado en la terminal 4 del aeropuerto Barajas (lo que significó la ruptura de la tregua mientras el gobierno de Zapatero negociaba con ETA).

 

Variables exógenas fueron las suficientes para empujar a ETA hacia el vacío: el siglo XXI, la Unión Europea, el 11 de septiembre de 2001 y las armas de la democracia, en dos palabras, la globalización.

 

El mundo visto a través de Google nos arroja la dimensión de una tierra plana habitada por colonias convergentes en la cultura, la política y la economía. El mainstream es la cultura pop.  Entre Starbucks y Apple no hay generación de por medio. Y España, no es la excepción. Desde 1986 pertenece a la Unión Europea.

 

ETA nació en un monasterio jesuita abrevado por la peor de las atmósferas posibles: un político robando la libertad de los ciudadanos. La respuesta fue brutal, una vacuna marxista-leninista con elevadas dosis de dinamita.

 

¿En 2012 Mariano Rajoy nos dirá cómo se imagina a España en 2016?

 

Lo que es seguro es que Franco no logró descargar la versión de El Mundo en un iPad.

 

fausto.pretelin@24-horas.mx | @faustopretelin

 

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