Mucho se ha repetido que lo que mata no es la bala sino la velocidad… Y ahí están ellos. La semana pasada, el británico Dan Wheldon en Indy 500; este domingo, el italiano Marco Simoncelli en motociclismo: detrás de la adrenalina, de la genialidad, de la estrategia, de la precisión, de la ingeniería, el luto siempre estará presente en las pistas.
Sebastian Vettel, bicampeón de Formula 1, no da rodeos al hablar de los conceptos de muerte y deporte motor: “La muerte es un riesgo que todo piloto acepta. Hemos aprendido del pasado, han mejorado las medidas de seguridad en pistas y coches. Hace nuestra vida un poco más segura, pero siempre hay un riesgo que no podemos evitar, que estamos listos para vivir. Amamos las carreras, amamos el deporte motor. Es peligroso, aunque la gente a veces lo olvide”.
Con la muerte de Simoncelli ya son 22 los motociclistas fallecidos en los últimos 23 años en diversos circuitos.
Alguna vez tuve la oportunidad de hablar sobre estos conceptos con Michael Schumacher, para muchos el piloto más exitoso en la historia. Schumi se había retirado tres meses antes y por entonces colaboraba como asesor de la escudería Ferrari. Se le percibía melancólico de las carreras, necesitado de volver a acelerar y rebasar rivales.
-¿Qué significa la velocidad en su vida?
-Antes la velocidad significaba para mí competir, competir, competir, asumir riesgos para ganar. Ahora lo tomo distinto, ya no lo tomo con tanto riesgo si entro a una curva más rápido o si entro más lento. Pero la adrenalina y la pasión por la velocidad siguen, es algo inevitable.
-¿Y cuál es la esencia del competir en el deporte motor?
-Competir es el elemento vital de este negocio y medirme con otros fue mi vida, aunque hoy ya no tengo la necesidad de hacerlo en las pistas. Es algo que añoro; por ejemplo, si juego futbol, recupero ese afán de competir, de querer ser mejor que los demás y, también, de superarme a mí mismo.
Poco tiempo después de esa entrevista, Schumacher volvió al monoplaza: que no le afectara competir ahora con un equipo que lo alejaba de los primeros planos, resumía su regreso: hasta para el más triunfador, no es cuestión sólo de ganar, sino de estar ahí, de treparse a un bólido, de desafiar las condiciones de la física, de velocidad.
El piloto sabe que puede morir, tan bien como el astronauta sabe que puede no volver a pisar tierra: riesgos asumidos, riesgos pre-entendidos de ciertas profesiones y pasiones, aunque, no por ello, menos dolorosos al mostrar la peor cara.
@albertolati
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