En el paraninfo del Palacio de Minería se encontraba Manlio Fabio Beltrones entre los tres: Cuauhtémoc Cárdenas (PRD), Diego Fernández de Cevallos (PAN) y Francisco Labastida (PRI).
Esa tercia que acompañaba al sonorense en la presentación de su ensayo “El futuro es hoy”, llamaba la atención y provocaba comentarios mordaces: “¿Estará Manlio entre gracias o entre tres desgracias? bromeaban.
Y es que, efectivamente, la tercia de comentaristas que acompañaban al sonorense compitieron por la presidencia de la República en su momento. Y…, al menos oficialmente, los tres perdieron la elección.
Pero la mañana de ayer, ante un auditorio repleto, unos y otros bromearon, se provocaron y se apapacharon, bajo el pretexto de la Reforma Política que impulsa Beltrones y de su propuesta insigne: los gobiernos de coalición.
Pero he aquí que el primer comentarista, fiel a su estilo, le salió gallito. El “Jefe” Diego, tras calificar la propuesta de Manlio como “audaz, democrática, digna de un estadista” y de una verdadera “provocación”, saltó al diagnóstico: demasiado énfasis en las mayorías por sobre las minorías.
“Parece ser dejar sentado que siempre son legítimos los intereses de las mayorías y no de los de las minorías… No lo afirma así, pero se acerca”. Luego, lo que llamó “autoengaño”: Decir que en la sociedad está la verdad y no en los políticos.
Y lo más preocupante para Diego: darle a los legisladores la capacidad de ratificar al gabinete. ¿Por qué su temor? ¡Por la condición humana! ¡Por lo que muestran y hacen nuestros legisladores! Con la “categoría moral que tienen –dijo- no veo cómo podamos lograrlo” si en un año no han podido elegir a tres Consejeros del IFE.
Los cientos de asistentes no perdían detalle. Manuel Aguilera, María de los Ángeles Moreno, Carlos Navarrete, Marco Antonio Bernal, Eduardo Robledo, Luis Martínez, Sami David, Francisco Hernández Juárez, Manuel Ángel Núñez, Sabino Bastida, entre otros, seguían sonrientes los comentarios del influyente panista.
Cárdenas, también fiel a su estilo, guardaba la compostura; apenas levantaba la cabeza, ocasionalmente sonreía. Era la clásica esfinge, aún y cuando recibió elogios hasta del propio Diego quien dijo de él que era “el testimonio de lo que puede ser un gran mexicano”.
Pero el perredista fue a los suyo y entró directo al tema de los gobiernos de coalición, con lo que estuvo más que de acuerdo, aunque primero habría que ver cómo visualiza cada partido la situación del país.
Para el ingeniero, la parte programática era lo fundamental del ensayo de Beltrones -y lo recomendó ampliamente- porque, diría, “la realidad es que no hay planeación en el país”.
Y en cuanto a la pregunta que se plantea Manlio en su ensayo: “¿para qué queremos ganar?”, Cárdenas dio una respuesta propia, clara y sencilla, que arrancó algunas risas: “¡Pues para salir del desastre en el que hoy nos encontramos!”.
Beltrones escuchaba encantado. Recibía de pronto cordiales palmadas en el brazo de Diego, pero no perdía el objetivo. Y bien preparadas traía sus frases: “propuestas, no apuestas, ni encuestas”. O esta otra: “Ni colisión, ni cooptación, queremos coalición”.
Defendería ante Diego su propuesta, y el “Jefe” respondería a su vez con una broma: “¡Me tengo que rendir! Él tiene futuro político y no quiero represalias”.
Dos horas compartieron los cuatro. Y en ese tiempo, entre una y otra cosa, remembranzas del pasado, de las elecciones del 88, de 2006, de sus complicaciones y la manera que sortearon aquellos tiempos aciagos, se hacían presentes. Era otra manera de decir que vivimos tiempos difíciles y medidas “audaces” deben tomarse.
Pero inevitablemente, al mirarlos, no podía uno dejar de lado que estaba, sí, ante tres competidores por la presidencia de la República (el cuarto sería Manlio pero no ha llegado a la candidatura). Pero los tres derrotados.