Andrés Manuel tiene una pesadilla. Y no se trata de una mera metáfora. Es un sueño recurrente que, según ha contado a amigos cercanos, suele despertarlo angustiado en la oscuridad de la noche y difícilmente logra conciliar de nuevo el sueño. Es más, prefiere no volver a dormir con tal de no volver a pasar por lo mismo.
Resulta que en ese sueño –esa pesadilla–, López Obrador se encuentra en uno de sus multitudinarios mítines. Unas veces a campo abierto; otras, en alguna región del país; algunas más en pleno zócalo de la ciudad de México. El caso es que son miles y miles de simpatizantes los que le acompañan y clavan su mirada en él.
Y ahí está él hablando, emocionado, cuando de pronto se va acercando hasta donde se encuentra, en pleno presídium, Elba Esther Gordillo. La maestra está cada vez más cerca, hasta que logra alcanzarlo y lo abraza.
Ahí se interrumpe el sueño. El tabasqueño despierta angustiado, sudoroso. Y lo extraño, refiere a sus amigos, es que ya van varias ocasiones que esa “horrible pesadilla” se le repite de un tiempo para acá.
Más allá del significado de este sueño y las bromas que puedan hacerse acerca de éste, se trata –decíamos– de una pesadilla “real” (por llamarla de alguna manera), no de una metáfora, o de una simple manera de hablar.
Pero ocurre que para otros políticos, la dirigente magisterial es también una “pesadilla”, aunque en su caso en términos simbólicos. Y viene a cuento por lo que está padeciendo el PRI con Humberto Moreira en su dirigencia nacional.
Muchos se preguntan por qué los priistas sostienen al ex gobernador de Coahuila al frente del tricolor. Bueno, pues la respuesta está precisamente –y de nueva cuenta—en Elba Esther. Ya Ernesto Cordero apunta la “corresponsabilidad” de Enrique Peña Nieto en la designación de Moreira como presidente del PRI. Cierto, en eso no se equivoca. Pero falta mencionar las razones del por qué el mexiquense apoyó a Moreira para esa posición, y ello nos lleva de nueva cuenta a Gordillo.
En el llamado “acuerdo de San Diego”, Peña y la maestra hicieron una negociación el año pasado: ella apoyaría al PRI (es decir, al propio Peña Nieto) en la elección del Estado de México y él a su vez apoyaría a Moreira para la dirigencia nacional del tricolor.
En este acuerdo se prefiguraba algo más: la posibilidad, o incluso un primer paso, para una alianza entre ambos con vistas a la elección presidencial del 2012.
Todo iba bien hasta que se desató el escándalo de la deuda de Coahuila y la falsificación de documentos. Moreira fue puesto en el banquillo de los acusados, Peña quedó con los dedos atrapados en la puerta y Gordillo, como los chinitos, “nomás milando”.
¿Por qué Peña y los priistas prefieren pagar los costos de sostener a Moreira? Porque en ello les va su alianza con la maestra hacia el 2012. Están a su merced. ¿Dejará Elba Esther que continúe Moreira encabezando al PRI; los hará sufrir otro rato más, llegará a una nueva negociación con Peña Nieto con vistas al 2012?
Decida lo que decida, la permanencia o no de Moreira depende de la maestra y será también ella quien marque los tiempos de esta otra pesadilla para los priistas.
Gemas
Del inigualable de Vicente Fox: “¡Ya no soporto al canijo Partido Verde, todo el día jeringa llamándome por teléfono tres pinches veces al día!”
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