RÍO DE JANEIRO. En apenas dos horas y sin disparar un solo tiro, las autoridades brasileñas recuperaron ayer el control de la Rocinha, la favela más emblemática de Río de Janeiro, y de otras dos barriadas en las que durante décadas el poder fue ejercido por el narcotráfico.

 

Con una operación relámpago que no encontró la más mínima resistencia armada, más de mil 500 miembros de la Policía Militarizada y Civil de Río de Janeiro, de la Policía Federal y de la Infantería de Marina, apoyados por 18 blindados y siete helicópteros, pusieron punto final al dominio del crimen organizado en la zona.

 

El Batallón de Operaciones Especiales (Bope), cuerpo de elite de la Policía Militarizada, encabezó la ofensiva detrás de los blindados de la Marina, que aplastaron las pocas barricadas dejadas por los delincuentes en su huida de la Rocinha, Vidigal y Chácara do Céu, las tres favelas blanco de la denominada “Operación choque de paz”.

 

A diferencia de la toma del Complexo do Alemao, en noviembre del año pasado, donde hubo intercambio de disparos entre la delincuencia y las fuerzas del orden, que arrestaron a decenas de sospechosos, la operación de ayer transcurrió sin incidentes y sólo fue detenido un prófugo de la justicia, mientras que se incautaron 12 fusiles, una ametralladora y una granada.

 

Como colofón, los policías izaron las banderas de Brasil y del estado de Río de Janeiro, al igual que lo han hecho en otras favelas arrebatadas al narcotráfico en los tres últimos años.

 

“Lo que tenemos en concreto es la liberación de esas personas (habitantes de las favelas) del yugo del fusil”, manifestó el secretario de Seguridad Pública de Río, José Mariano Beltrame, al resumir el logro de la acción policial.

 

Beltrame dio por cerrada la primera fase de la operación pero señaló que más armas y drogas pueden ser encontradas porque lo que comenzó ayer no tiene fecha para terminar, porque el área recuperada es muy extensa.

 

La Rocinha, que ocupa 95 hectáreas, es la principal de las tres favelas tomadas, con una población de 72 mil 458 personas, según el censo de 2010, mientras que Vidigal y la vecina Chácara do Céu, una barriada menor, tienen 11 mil 321 habitantes.

 

A la Rocinha se le considera la favela más emblemática porque sus casas de colores ocupan un cerro estratégico a cuyos pies están los barrios de Gávea y San Conrado, dos de los más acomodados de Río, desde donde partió la operación de ayer.

 

Durante años, ese territorio ha sido también, según la policía, el principal centro de distribución de drogas de la zona sur, la más rica y turística de la ciudad, que incluye otros barrios como Copacabana, Ipanema y Leblón.

 

Por la Rocinha y Vidigal pasan además importantes avenidas que comunican la zona sur con la Barra da Tijuca, el barrio de mayor crecimiento inmobiliario de la ciudad y donde se construirán algunos escenarios de los eventos deportivos que Río celebrará en los próximos años, como el Mundial de fútbol de 2014 y los Olímpicos de 2016.

 

Según la prensa, la toma de la Rocinha y Vidigal estaba prevista para el año próximo, pero fue anticipada porque en junio de 2012 la ciudad albergará la Cumbre Río+20 sobre desarrollo sostenible, y las dos favelas están en la ruta por la que circularán decenas de jefes de Estado y delegaciones extranjeras.

 

Pese al riesgo que supone visitar la Rocinha, muchos extranjeros se aventuran a diario por sus callejuelas estrechas a bordo de todoterrenos de empresas de turismo que ofrecen “safaris urbanos” a los interesados en ver de cerca la pobreza que convive con la opulencia de algunos barrios cariocas.

 

Al celebrar el éxito de la operación, el gobernador de Río, Sergio Cabral, habló del “rescate de comunidades antes dominadas por el poder paralelo” del narcotráfico y dijo que se hará más inversión social en esas favelas para que quienes allí viven puedan tener “dignidad y paz”.

 

Eso es lo que esperan los habitantes de la Rocinha, Vidigal y Chácara do Céu que hoy, una vez concluyó la operación, volvieron a salir a las calles ahora tomadas por policías y no por bandas de delincuentes armados.

 

La Policía Militarizada mantendrá un contingente fuertemente armado hasta que se instale en el sector una Unidad de Policía Pacificadora (UPP), un modelo que combina la autoridad con inversiones sociales y que ya funciona con éxito en otras 18 favelas cariocas. (EFE)