El vuelo del secretario Francisco Blake Mora no cumplió con uno de los principales protocolos de seguridad internacional ante las condiciones climatológicas que existían: el helicóptero debía ser tripulado por dos comandantes que contaran con el mismo nivel de experiencia y horas de vuelo.
El vuelo del Estado Mayor Presidencial no fue programado con la suficiente antelación y aparentemente no se consideró la posibilidad de riesgo ante las condiciones meteorológicas, porque se designó al teniente coronel Felipe Basio y al teniente Pedro Ramón Escobar.
Prácticamente a última hora, el secretario de Gobernación, Francisco Blake, cambió de helicóptero. La razón: quería que viajaran hasta seis personas más la tripulación, y el personal de la Procuraduría General de la República (PGR), responsable original de su traslado, argumentó que las condiciones climatológicas hacían imposible llevar a tantas personas, porque debían mantener un menor peso para poder maniobrar en caso de emergencia y el helicóptero designado era pequeño. Incluso solicitaron volar una hora más tarde, para que el banco de niebla que se ubicaba en la ruta, se dispersara.
De acuerdo con diferentes fuentes consultadas, Blake se molestó mucho y ordenó a su personal que se solicitara al Estado Mayor Presidencial su apoyo, para trasladar al secretario de Gobernación y su equipo a Morelos.
Estaba disponible el helicóptero “Super Puma” TPH-06 –clasificación que utilizan los militares–, con capacidad de hasta 24 personas y matrícula civil XC-UHM, por lo que se lo ofrecieron y se planeó el vuelo.
Un especialista consultado dijo que a pesar de la antigüedad de la aeronave (construida en 1984), los helicópteros “Super Puma”, hechos por la empresa francesa Eurocopter, con una adecuado mantenimiento, tienen una larga vida útil y son los más seguros a nivel internacional. Incluso presentando fallas críticas de alguno de sus motores, tienen la capacidad de llevar a cabo aterrizajes de emergencia.
Aunque existe información suficiente que hace suponer que el accidente se debió a las condiciones climatológicas, aunadas a un error de criterio por parte del piloto y copiloto, para evadir la bruma, se investiga también las hipótesis sobre un posible sabotaje.
Por ser un helicóptero militar, el Estado Mayor tomó el control primordial de las investigaciones. El mismo día del accidente, tomó control de todas las piezas del helicóptero, para poder determinar si mostraba algún tipo de ataque en el fuselaje, incluso los tanques de combustible, en los cuales se revisa cualquier tipo de pérdida o cualquier tipo de contaminación del mismo; es decir, si se le añadió algún tipo de material, incluso agua, para provocar algún accidente.
Uno de los elementos que impide descartar el sabotaje es que, de acuerdo con información de inteligencia, es que en la zona en que cayó la aeronave se han detectado operaciones del Ejército Popular Revolucionario (EPR), por lo que deben agotar esa línea de investigación.
Las investigaciones tardarán varios meses y se revisarán diferentes niveles de seguridad: el equipo y su mantenimiento, las condiciones meteorológicas, los factores humanos, la operación del radar, las condiciones en que quedaron los cuerpos.