La crisis de deuda ha impuesto un alto precio a los gobiernos que incurrieron en desmanes en sus finanzas públicas. Pero también puede ser una oportunidad para los que no.

 

El gobierno italiano se ha visto obligado a pagar por su deuda una prima de riesgo de 460 puntos base por arriba de la tasa alemana de referencia, por la desconfianza de los inversionistas. Ayer el mercado exigió una tasa de rendimiento de 6.60% a los bonos italianos de 10 años en una especie de ‘tregua’ de los mercados por la salida de Berlusconi el fin de semana pasado después de que el jueves pasado exigieron tasas de 7.5% por los mismos bonos.

 

Mientras tanto el gobierno español puso sus barbas a remojar y con razón. El gobierno de José Luis Zapatero está pagando primas de riesgo superiores a 430 puntos base, casi el doble de lo que pagaba al iniciar este verano y el nivel más alto desde hace década y media para las finanzas públicas españolas. Ayer mismo el bono español a 10 años se cotizaba ligeramente por arriba del 6%.

 

Y del gobierno griego, que vive una virtual quiebra de sus finanzas públicas, mejor ni hablar. Los mercados le exigen tasas de rendimiento del 30% para sus bonos a 10 años y de más del 120% para los bonos a 2 años de plazo.

 

El gobierno mexicano sabe lo que es pagar el costo de la desconfianza a través de la prima de riesgo de la deuda. En octubre de 2008 ante el nerviosismo causado por el estallido de la crisis bancaria estadounidense, la prima de riesgo de la deuda soberana del país alcanzó coyunturalmente la friolera de 624 puntos. La semana pasada este nivel de riesgo se situó en 178 puntos base sobre la tasa de referencia de la deuda del gobierno estadounidense, mientras que el gobierno brasileño debe pagar una prima de riesgo ligeramente mayor, de 220 puntos base.

 

La baja prima de riesgo que le ha puesto el mercado al gobierno mexicano –a diferencia de lo que ocurre con España, Italia, Portugal o Grecia- es porque México tiene una situación de finanzas públicas mucho más sólida, positiva y estable en el horizonte de mediano plazo. Es resultado de un manejo macroeconómico prudente en lo general.

 

Pero es precisamente por eso que llama la atención que el gobierno pague tasas de rendimiento relativamente elevadas, de 6.85% en los bonos a 10 años y de 7.48% a 20 años nominados en pesos, cuando los bonos equivalentes del gobierno estadounidense ofrecen 2% y 2.8% en dólares, respectivamente.

 

Visto así, con todo y el riesgo cambiario, es un rendimiento suculento para los inversionistas locales y extranjeros tratándose de una economía con riesgo soberano reducido en la coyuntura global.

 

De allí que no extrañe el éxito que tiene el gobierno en la colocación de su deuda en los mercados globales y para corroborarlo solo basta mirar el explosivo crecimiento que ha tenido la deuda mexicana en manos de inversionistas extranjeros en los últimos dos años.

 

La situación global de bajas tasas de interés y el perfil de bajo riesgo de México –a pesar de la volatilidad internacional- es una oportunidad para mejorar el costo de la deuda. Sin embargo el precio que el gobierno paga por su deuda no lo está reflejando así.

 

 

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