Un argumento a favor de la legalización es que al convertir el cannabis en una sustancia regulada por el Estado, se reducirán las ganancias del crimen organizado, al igual que sucedió en la época de la prohibición del alcohol en Estados Unidos. Otro argumento de los que apoyan la legalización dice que esto reduciría las ganancias del crimen organizado. A su vez, se argumenta que la  legalización, generaría una menor lucha por las plazas, lo cual se traduciría en una menor corrupción y una menor violencia.  Esta conclusión es la que hace que el argumento gana cada vez más adeptos en los estratos de las clases más educadas y con mayor ingreso.

 

Sin embargo, el modelo económico de la ilegalidad arrojaría diferentes resultados.  Un narcomenudista basa sus ganancias en dos segmentos del mercado; los adictos, que son los clientes frecuentes y representan cerca de 60% de sus ingresos. A los adictos y usuarios de alto nivel se les tiene confianza y son útiles para calcular el inventario de droga. Por eso, lo que reduciría la ganancia sería una vacuna o método para tratar a los adictos y campañas de prevención, no la legalización.

 

El mercado potencial que genera las utilidades y crecimiento a mediano plazo del mercado de la marihuana es el de los menores de edad, ya que ellos son un segmento nuevo y manipulable, al cual se le induce con la mariguana para pasar a otras drogas de mayor margen. Hoy en día, vemos cómo los usuarios de drogas son cada vez menores y, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Adicciones de 2008 —en México medimos todo menos el consumo de droga—, las primeras experiencias se registran en edades de 11 años.

 

Ningún político o analista serio se ha pronunciado por legalizar el consumo de droga a los menores de edad. Este es un dato importante, ya que en un Estudios recurrentes realizadas por Risk Evaluation a narcomenudistas en la zona metropolitana de México, y tres diferentes estados del país durante los últimos tres años, se concluye que al menos, 70% de los consumidores de mariguana son menores de edad y que la edad promedio es cada vez menor, por lo que el argumento de que esto tendrá un impacto en el mercado es menor a lo esperado.

 

La razón de la violencia es la impunidad. En El Paso, el número de homicidios sin resolver es de 18, y en Ciudad Juárez es de 3 mil 128 al mes de agosto del 2011. La falta de investigación,  y de una cultura de la legalidad es el incentivo que recrudezca la violencia, así como el consumo mismo de droga.

 

A nivel de propuesta, los que apoyan la legalización han propuesto que el Estado regule la venta de las drogas, pero la capacidad del gobierno mexicano para regular en materia de salud y educación deja mucho que desear. Hoy en día, la gente adquiere medicamentos sin recetas, los menores de edad compran solventes —sustancia legal y regulada en su venta—, y existen centros de tratamiento de adicciones donde se violan los derechos humanos. Para todo esto no hay ni marcos regulatorios, ni sanciones creíbles.

 

En vez de propiciar debates falsos, se deben hacer campañas de publicidad para inhibir el consumo en los menores de edad y la población en general, así como aumentar los recursos para la investigación. En ambos campos, los mexicanos han tenido logros relevantes. El primero es el director de cine González Iñárritu, que ha hecho una de las campañas de prevención en el consumo de metanfetaminas más exitosas, pero en EU —Montana Meth Project— y en materia de investigación contra las adicciones, la experta mundial es la doctora Nora Volkow, una ciudadana mexicana que trabaja para el gobierno de Estados Unidos.

 

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@albertoislas