Michoacán, es la antesala del 2012. Ejemplifica muchas de las prácticas que veremos. Destaca, en esta ocasión, el supuesto posicionamiento político de “los criminales”.
Durante la campaña tarasca, en los medios, operadores priistas se quejaron de que “criminales” los obligaban a abandonar el estado. Tras la derrota panista, la hermana del presidente alega que “criminales” amenazaban a sus simpatizantes e inducían el voto “colorado”.
Esta probado que la violencia altera el escenario electoral: inhibe la participación ciudadana, aunque puede detonarla (como en Guerrero). Sin embargo, hasta ahora, no se había visto una interferencia activa de “criminales” para favorecer a un partido o candidato.
El tema no es menor. Los ”criminales” pueden ser cualquiera. No hay quien revele su identidad. Pueden ser delincuentes, operadores disfrazados o policías sin logotipo. Surgen entonces varias preguntas: ¿cómo saber si el que amenaza es criminal? ¿por traer armas? ¿Por qué no denunciarlo con la policía federal, su presencia fue importantísima para lograr el saldo blanco de la jornada? Si no tiene armas, ¿por qué llamarlo “criminal”?
La violencia y la impunidad son reales. Hay 50,000 muertos más desaparecidos, secuestrados, extorsionados, que lo acreditan. El informe de Human Rights Watch resalta las limitaciones de la procuración de justicia. El resultado es obvio. El presupuesto de PGR, entre 2006 y 2011, creció, en promedio, solo 4.4% anual, sin hablar de las procuradurías locales.
Los “criminales” son un genérico y son el centro del discurso panista. El gobierno federal y el PAN aprovechan su peligrosidad y nuestro miedo para vincularlos al PRI y desprestigiarlo políticamente. Su anonimato es una característica atractiva y creíble para la propaganda electoral.
Enfrentamos entonces dos posibles escenarios. Uno es que realmente “los criminales” hayan decidido tomar partido e interferir en la vida democrática nacional. En este caso, es difícil prever tendencias, preferencias y consecuencias. Dependerá de sus gustos, prioridades y posibles acuerdos políticos, hasta ahora desconocidos.
Sin embargo, la dispersión y división aparente de “los criminales” hace dudar de la existencia de una postura política homogénea. Según los expertos, con la guerra, el crimen organizado se ha fragmentado. Ni en Michoacán, ni en el país queda un grupo lo suficientemente grande para controlarlo todo. Se concentran en coordinar su negocio. Es poco probable, entonces, que malgasten su capacidad de coerción para operar políticamente y alterar los resultados electorales.
Lo que sí hay, son políticos capaces de aprovechar el miedo y la reputación de “los criminales” para ahuyentar votantes y operadores electorales. La inseguridad y la impunidad abren la opción de disfrazar a cualquiera para influir en el resultado electoral. Por lo pronto, en Michoacán, parece que tanto azules como colorados lo hicieron.
Calderón sabe de operación electoral. COCOA responsabiliza a “los criminales” de operar a favor del PRI. El discurso es consistente con la estrategia presidencial de desprestigio del tricolor. No busca revertir resultados, sino reforzar el argumento de que el PRI se alía con “los criminales”. Mezquino juego político. Nuestro miedo y nuestra pena serán carne de cañón para el periodo electoral. “Los criminales” serán los operadores políticos. Solo falta que El Chapo o El Lazca se pronuncien abiertamente para evitar que los partidos usurpen su influencia.
@cullenaa