El escáner es un viejo invento pero continúa siendo innovador. Montado sobre las nuevas tecnologías, se difumina el año en que nació. Pero, para muchos, eso no importa porque un GPS o un carrito devoradatos de Google son más divertidos que una radiografía. El mundo estático no es estético, lo sabe Apple con sus útiles N, N+1, N+2,… iPhone, iPhone2, iPhone 3….

 

Es, en el mundo de la estética y sus circunstancias, donde el escáner se convierte en un útil esteticista.

 

En el juego de las asociaciones un escáner corporal junto a Scarlett Johansson se convierte en un claro objeto llamado deseo. Cuando la actriz llega al aeropuerto de Schipol en Amsterdam, Holanda se convierte en el país más inseguro del mundo. Una tribu de policías se arremolina en la línea de espera elegida por la modelo. Es el momento de observarla en su totalidad, dicen.

 

En cuatro de las cinco estaciones de vigilancia ocurre una perturbación atmosférica. Los policías están pero no están. Unos solicitan a su superior unos minutos para acudir al “llamado fisiológico”, otros solicitan dos minutos para atender una llamada urgente del abuelo, otros se llevan las manos al estómago con rictus de dolor. Todo ocurre de manera simultánea. Los viajeros que esperan la revisión no se molestan. La presencia de Scarlett Johansson les alivia su mal humor.

 

El estado de alerta se detona si Scarlett decide retrasar su salida. Una llamada telefónica de Woody Allen a la actriz puede provocar una conmoción masiva en la zona migratoria. El director le llama a Johansson para ofrecerle un protagónico. Otro más.

 

El escáner está listo. Ahora sí pasará la actriz y, segundos antes, un conglomerado de ojos pelea por el mejor ángulo.

 

Desde el 2006 Reino Unido y Holanda recurren al escáner para desnudar a los usuarios de aeropuertos. Ahora, el Parlamento Europeo ha decidido que todos los viajeros serán desnudados, tecnológicamente hablando, por el bien de la seguridad común. La legislación establece que por motivos de religión o de salud, la administración aérea deberá contar con alternativas de revisión. Adicionalmente, la nueva ley señala que el registro corporal no se guardará en un banco de cuerpos sino que, de manera inmediata, se borrará. Algo más, la cara del desnudado será sometida a una especie de photoshop para desfigurarla.

 

La ley no escandalizará a nadie.

 

Scarlett Johansson suele enviar a su novio autofotografías de cuerpo entero y con poca ropa; Demi Moore premió a sus seguidores tuiteros con una fotografía doméstica (nada hollywoodense) en calzoncillos a punto de meter la ropa sucia en la lavadora. Se ha hablado demasiado del mundo orwelliano (1984) pero, en realidad, se vive en una circunstancia hiperescaneablemente lúdica.

 

Nuestros años, en conjunto, serán recordados como la era de la transparencia. Los escáneres revelan la situación de inventarios pero también los culos de los viajeros que circulan por los aeropuertos. Facebook y Twitter también se encargan de escanear historia y presente. De manera voluntaria, millones de cibernautas obsequian sus banalgrafías. El mundo banal es el símbolo de la era. Al parecer, la correlación entre transparencia y banalidad es positiva. A medida de que la primera aumenta, la segunda se regodea. El culo de Demi Moore en twitter representa la invasión de los “famosos” en terrenos domésticos (populares).

 

Los europeos deberán tener cuidado cuando viajen. Si algún día se encuentran con Scarlett Johansson. A diez metros, un terrorista podrá aprovechar las bondades de la transparencia.

 

fausto.pretelin@24-horas.mx
@faustopretelin

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