Finalmente el PRI acabó por darles la razón a sus adversarios: la pregonada ¨unidad priista¨ no era tan sólida ni tan fuerte como se decía y el acorazado de Insurgentes Norte, que parecía ir en una sola pieza rumbo al 2012, empezó a mostrar señales de fallas y fisuras que lo muestran vulnerable y que generan, a 8 meses de los comicios presidenciales, incertidumbre sobre lo que se veía como una llegada segura a puerto.

 

La tensión entre Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto finalmente terminó por estallar. Las declaraciones del sonorense, amagando con no inscribirse en a contienda interna por no estar conforme con los cambios que se hicieron a la convocatoria, confirmaron que por más diálogo y comunicación que ha habido entre los dos precandidatos, al final la ausencia de un acuerdo que debió armarse hace tiempo, puede ocasionar la tan temida fractura priista.

 

Junto con Beltrones se expresaron otros grupos y personajes que dejaron ver que la política de Peña Nieto y su grupo no ha sido la más incluyente y ha generado resentimientos y molestias que le pueden costar al mexiquense si toman forma de rebeliones o rompimientos que, aunque pequeños, dañan la imagen del PRI y la percepción de que ésta vez no habría divisiones internas.

 

No es lo mismo un PRI unificado, que genera certidumbre en sectores del electorado, que un priismo dividido y fracturado que, con sus fisuras, le abre la puerta al gobierno y a sus adversarios políticos que buscarán aprovechar las escisiones del viejo partido y ahondar las diferencias con la antigua estrategia romana del “divide y vencerás”.

 

Detrás de los primeros crujidos del acorazado priista está la soberbia, el mismo problema que ha hecho perder desde imperios hasta candidatos que al grito de ¨ya ganamos¨ se veían anticipadamente en Los Pinos. La soberbia que rodea a Enrique Peña Nieto y a buena parte de sus colaboradores cercanos que le han hecho creer al aventajado precandidato que su fuerza en las encuestas es de tal nivel que ¨no necesitas de ninguno de ellos (Manlio y compañía) para ganar¨.

 

Esa mentalidad ha derivado en una política del “agandalle y excluyentismo” de los peñistas que han copado posiciones en el partido, las cámaras y los estados, en preparación de una ¨cargada¨ que, autorizada ya por la convocatoria oficial del partido, se propone a ¨aplastar¨ a Beltrones o a cualquiera que se atraviese en el proyecto de Peña.

 

Eso desató las expresiones abiertas de inconformidad de algunas corrientes priistas que, aunque son hoy son minimizadas por los peñistas, pueden abrir las primeras fisuras que rompan el blindaje y hagan vulnerable y atacable al acorazado tricolor.

 

NOTAS INDISCRETAS… Las señales son contradictorias por decir lo menos. El mismo día y a la misma hora que Ernesto Cordero había programado la presentación de su propuesta de gobierno “La visión del México que queremos alcanzar”, en Los Pinos decidieron anunciar el nombramiento de Alejandro Poiré como nuevo secretario de Gobernación. El resultado de ese empalme en las agendas de la Presidencia y del que se supone es su candidato fue que los medios privilegiaran la difusión de la designación presidencial e ignoraran en su mayoría el acto de Cordero y solo algunos consignaran en interiores sus propuestas. O la comunicación que hay es deficiente o en Los Pinos les dejó de interesar el despegue de la campaña corderista que simplemente no llega… Los dados no alcanzaron. Doble Serpiente.

 

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