El regreso de Aznar a los espectros ideológico y mediático españoles no tendría que extrañar a nadie si tomamos en cuenta que el poder es el veneno más deseado por los cínicos. En las horas aciagas de Rajoy, el ex presidente popular tomó distancia de quien fuera su delfín. Era 2008, la segunda derrota de Mariano Rajoy frente al personaje de talante, Zapatero, se había consumado. Durante las horas posteriores a su derrota, muchos de sus compañeros de partido pensaban en derrocarlo de la secretaría general. El silencio elocuente de Aznar fue algo más que descriptivo.

 

Aznar, furibundo, se dedicó a vender su ideología al mundo entero, incluido, por supuesto, al PAN mexicano que veía al ex presidente español como un estadista pedagógico. Al parecer, la memoria es sobornable a manos de la distracción. Aznar se alió a Bush en la guerra inútil de Irak y, en varias ocasiones, en el plano del Congreso, mintió a través de pruebas, en las que subyacía, siempre, la ciencia ficción.

 

A la verdad se llega a través de los matices. Durante su primer gobierno, Aznar violentó la ley para ver a su enemigo Jesús de Polanco en la cárcel. El episodio de la Guerra Digital en España se convirtió en el derrotero de la ética presumida por los conservadores. El entonces presidente decidió aliarse con los comunistas para reformar la ley del futbol: prohibido cobrar por ver partidos de fut debido a la naturaleza de los mismos, es decir, por ser productos de interés general, sentenciaron cuando en toda Europa ya se cobraba por ver futbol en la televisión. En realidad, lo que quería el presidente era arruinar el negocio del empresario Polanco quien tenía poco tiempo de haber estrenado la plataforma de televisión Canal Satélite Digital (similar al SKY en México). Lo malo, para el entonces presidente Aznar, fue la intervención de la Unión Europea a favor del dueño de El País, Canal Satélite Digital y editorial Alfaguara, entre otros negocios. Heredero de la Alianza Popular etnocéntrica y antieuropea, Aznar se regodeaba al “bracear a contracorriente” de la UE. Así lo reconoció en su momento.

 

De prevaricación acusaron al juez Javier Gómez de Liaño, quien, influido por el buque mediático de la derecha (los periódicos El Mundo, ABC, La Razón y la cadena de radio COPE) inventó un supuesto desvío de dinero proveniente de un comodato. La única prueba: la revista Época cuyo director era Jaime Campmany, uno de los lacayos de Aznar. Un tercer intento lo hizo el propio Aznar, vía Parlamento: impedir que el decodificador de Canal Satélite Digital se utilizara en el sector audiovisual. La Comisión Europea, nuevamente, intervino a favor de Polanco.

 

Por lo anterior, llama la atención la declaración que hizo Aznar el día de ayer en Berlín: “Nosotros somos parte de la Unión Europea, somos parte del euro y nosotros volvemos a respetar todas las reglas del euro para convertir otra vez a España en una expresión de seguridad, de confianza y de solución para los problemas europeos”.

 

¿Cuál de los dos Aznar es el real? ¿El que violentó las normativas europeas cuando gobernó o el que apareció en Berlín declarando que respetarán las reglas?

 

Aznar intentará meterse a la cocina de Rajoy. Lo logrará. No olvidemos el siguiente nombre: Ana Botella. Esposa de Aznar y con el ánimo de ser la alcaldesa de Madrid en el 2015.

 

Ayer, enemigos de Europa. Hoy, los más europeos. Ayer con Bush, hoy con Merkel. Ayer eran los de la Nueva Europa, ahora regresan a la Vieja Europa.

 

En primer mensaje como presidente electo, Mariano Rajoy prometió disciplina económica para cumplir con las instituciones europeas, las ideologías políticas han muerto.

 

fausto.pretelin@24-horas.mx
@faustopretelin

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