Durante años ha existido el activismo a favor de la naturaleza, las personas dedicadas a esto se han expresado de forma pacífica en manifestaciones “para darle voz a los que no la tienen” como ellos dicen, se han escudado tras carteles , mismos que les han servido para defenderse de los abusos de autoridades que no les hacen caso o usan la violencia contra ellos, sin embargo, encontraron otra forma de hacerse ver: quemando granjas de pieles, destruyendo laboratorios de experimentación con animales, la nueva era de los amantes activos de la madre tierra ha llegado, su nombre: ecoterrorismo.
Jamás fueron escuchados cuando se revelaron de manera pacífica para concientizar a las personas, sobre el daño que se le hace a las especies que viven en laboratorios y son usadas para experimentos, así que encontraron otra manera de terminar con todo de una buena vez, y se volvieron mucho más activos, hasta llegar a destruir estos lugares con estrategias dignas de cualquier terrorista de algún otro grupo social.
Uno de los ´primeros casos y quizás por el cual el FBI acuño este término es el del activista Peter Daniel Young, que en 1998 fue acusado por la liberación de numeroso animales entre finales de 95 y principios del 96, por lo menos unos doce mil visones y cien zorros de seis granjas peleteras en Seattle. Después de siete años de búsqueda del FBI, fue detenido en 2005 en California.
En su declaración en el juicio, comentó: “estoy aquí para ser juzgado por mi participación en la liberación de visones en seis granjas de piel. Me arrepiento que fuesen sólo seis. También me encuentro aquí por liberar ocho mil visones de esas granjas. Me arrepiento que fuesen sólo ocho mil. Según tengo entendido, de esas seis granjas sólo dos cerraron tras la acción. Me arrepiento que sólo fuesen dos”.
Durante su juicio jamás se le vio cabizbajo, y es que las personas que se dedican a esta clase de activismo, son jóvenes entre los veinte y treinta años que son calificados en el perfil del FBI como altamente orgullosos, pero más que eso creen en su causa de manera profunda como lo expreso Daniel Young en su juicio “Siempre recordaré esas noches en su propiedad como la mejor experiencia de mi vida. Y a los granjeros u otros sádicos que lean mis palabras en el futuro y se rían de mi suerte, recuerden: nosotros hemos puesto a más de ustedes en bancarrota que ustedes activistas en la cárcel. No olviden esto”.
El movimiento empezó en la década de los setentas, sin embargo, al cobrar mayor popularidad, esta clase llegó a dar la vuelta al mundo con actos “vandálicos en contra de la propiedad ajena”.
Saltando de noche entre las granjas, para llegar e instalar dispositivos de gas mientras se rescata rápidamente a los animales, correr antes de que se libere el gas o estalle el lugar, es parte del negocio de esta clase de terrorismo y no es exclusivo de Reino Unido o países extranjeros en México también ha habido casos de este tipo,
Según datos que el FBI ha calculado que el ecoterrorismo ha causado más de 200 millones de dólares en daños a la propiedad desde 2003 en adelante, y una mayoría de estados dentro de los Estados Unidos han introducido leyes encaminadas a poner sanciones más duras para ver si de esta manera se detienen estás asociaciones.
Pues sí es bien sabido que Internet se encuentra todo, y no faltan los foros de activistas que informan de estos casos, pero sobre todo de liga en liga te van llevando a los grupos que organizan estos ataques, “quizás es complicado que en un principio confíen en ti, pero con el tiempo pues te los ganas, y la emoción de realizar esto y saber que te haces escuchar va más allá” comentó para 24 Horas, un miembro de una asociación de este tipo en México que está en contra de las industrias ganaderas, cuya identidad permanecerá en anonimato para su protección.
Ahora la otra cara
Lo anterior describe la parte del ecoterrorismo tomado por activistas que se revelan ante asociaciones destruyéndolas por medio de “actos vandálicos”, sin embargo, la otra cara describe la amenaza de destruir o degradar gravemente el ecosistema que sostiene a la población capaz de influir en la actitud de aquellos a quienes se exigen contrapartidas por dejar de arruinar.
Pues hay activistas como Paul Watson que declaran que los verdaderos ecoterroristas son aquellos que van en contra de la naturaleza y la degradan, maltratan y las vejaciones en su contra o tienen precio, por ejemplo, citaba el caso de las embarcaciones balleneras del Japón , las cuales casan, matan y lucran con todo el animal.
Sea cual sea la cara por la que sea vista esta forma de protesta sigue involucrando dos puntos muy importantes en su término: la naturaleza y el terror por medio de actos considerados violento, ya sea a favor de la madre tierra o en su contra. Pero más que eso es un llamado de atención fuerte y estruendoso grito de cualquier sociedad por hacerse escuchar, un acto de terrorismo es esto, y es por eso que como sociedad hay que analiza que la violencia sólo atrae más, quizás necesitas una terapia distinta de comunicación y dialogo, pero mientras “las grandes compañías no lo permitan, nosotros no dejaremos de luchar” concluyó en entrevista para 24 horas una persona involucrada en estos temas.