El 20 de noviembre pasado, el presidente Calderón mencionó que “la intromisión de criminales en la determinación del voto libre de los ciudadanos, simple y sencillamente sea por acción u omisión es inadmisible”, en alusión a los resultados electorales de Michoacán que le fueron adversos a su hermana. Si hubo o no intromisión del crimen organizado en Michoacán se debe a la omisión del gabinete de Seguridad del presidente Calderón. Desde el año de 2007 contaban con información exacta de la ubicación de Dionisio Loya Plancarte El Tío, y nunca hubo un esfuerzo por llevar acabo su detención. Esto lo dejo operar libremente en las elecciones de noviembre del 2007, con lo cual se fortaleció el vínculo del crimen organizado con la administración de Leonel Godoy, así como el PAN local.
El presidente Calderón dejó que el crimen organizado creciera en Michoacán, ya que nunca tomó las acciones pertinentes para disminuir el poder del crimen organizado. Las tres estrategias que debió aplicar el presidente nunca se pusieron en marcha. La primera, intercepción de precursores químicos a pesar de los resultados positivos de la Marina Armada de México, nunca se vio acompañada de un incremento en el presupuesto para el resguardo del puerto de Lázaro Cárdenas, o inversión en la adquisición de lanchas interceptoras.
En segundo lugar, nunca se articuló un programa de erradicación de cultivos de heroína y marihuana, y mucho menos una política para sustituir los cultivos ilícitos por una producción lícita. Los campesinos hoy tienen dos opciones: “el narco o el norte”.
En tercer lugar, el gobierno del presidente Calderón dejó que aumentaran las ferias, palenques y actividades de juego en la entidad. En 2008 se terminó la construcción de una plaza de toros en tiempo récord en Apatzingán que siempre ha contado con el permiso correspondiente de parte de la Secretaria de Gobernación para llevar a cabo apuestas, rifas y juegos. Una actividad perfecta para el lavado de dinero en una de las zonas que más produce marihuana y heroína en el mundo.
En el caso de Michoacán falló el gobierno federal, por una estrategia totalmente errada. En lugar de atacar el mercado, sólo fueron tras los criminales inferiores de las estructuras criminales de La Familia. El resultado es que La Familia Michoacana no está desarticulada y a juicio de la hermana del presidente Calderón, ésta pudo participar en el proceso electoral.
Si el presidente quiere blindar los comicios del 2012 de la participación del crimen organizado, todavía está a tiempo. Después del incidente del Casino Royale en Monterrey, hubo una discusión sobre la pertinencia de cerrar los casinos en México, ya que al día de hoy el gobierno no cuenta con las herramientas ni el personal para llevar acabo una regulación eficiente. El presidente Calderón haría este anuncio en el Quinto Informe de Gobierno, pero el entonces secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, se negó argumentando que esto podría causar reclamos desmedidos por las empresas transnacionales que tienen una inversión en el sector.
Al día de hoy, no es pública la información sobre el número de licencias, ni los dueños de los casinos, ni si existe una concentración regional. Esta información es pública en otras partes y ayuda a los reguladores de la industria. El incidente del Casino Royale dejo expuesta la corrupción en la ciudad de Monterrey, en el PAN de Nuevo León y la falta de acción de la Federación.
La aportación al PIB, el número de empleos e inversión extranjera que aporta la industria es mucho menor al daño que hace la actividad de lavado de dinero que se realiza en los casinos y que se desconoce por el Gobierno Federal. Es inconcebible que un Estado que hace de la lucha contra el crimen organizado una de sus prioridades, por el otro proteja la actividad del juego y se niegue a regularlo. Por ello, el secretario Alejandro Poiré todavía está a tiempo de blindar los comicios al empujar otra ves el cierre de los casinos, o ser cómplice por omisión, como lo ha hecho todo el Gobierno Federal en la mal llamada “guerra contra el narcotráfico” y guardar en un archivo bajo llave la información que el secretario Blake nunca quiso hacer pública, con el riesgo que esta algún día vea la luz.
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