LONDRES. Se cumplen veinte años de la muerte de Freddie Mercury, ese cantante extravagante, bigotudo y genial que falleció a los 45 años en Londres, un día después de confesar que padecía sida.

 

Un 24 de noviembre de 1991 moría en su casa de la lujosa calle de Knighsbridge el solista de la influyente banda de rock británica Queen, lejos de los flashes y la atención mediática que lo persiguieron en los multitudinarios conciertos ofrecidos en vida.

 

«Freddie Mercury falleció pacíficamente esta noche en su casa de Kensington, en Londres. Su muerte es resultado de una bronconeumonía causada por el sida», informó entonces su representante en un escueto comunicado.

 

Este hijo del Imperio británico, nacido en Tanzania y criado en la India, dejó atrás himnos como «I Want To Break Free», «Don’t Stop Me Now» o «Bohemian Rhapsody», cantados con su voz única, con un registro de varias octavas, e interpretadas de forma teatral y operística, hasta crear un estilo imposible de imitar.

 

Algunos han copiado a Freddie Mercury, pero nadie ha sido capaz de emular la personalidad arrebatadora y carismática en escena de este «showman» de grandes dientes, que se convirtió en uno de los iconos de los 80 pese a que, según el mismo aseguraba, era bastante tímido.

 

En este aniversario del cantante de «The Great Pretender» (el gran imitador) la foto más recurrente es la de un Mercury con capa de armiño y corona, como una «reina» británica -alusión tanto al nombre del grupo como a su homosexualidad-, durante una actuación en el estadio londinense de Wembley en julio de 1986.

 

Con sus espectaculares puestas en escena, Queen transformó la escena musical de los años 70 y 80, y vendió en total más de 300 millones de discos, la mayoría después de la muerte de su cantante, quien había nacido el 5 de septiembre de 1946 en Zanzíbar, hijo de un funcionario británico, con el nombre de Farrokh Bulsara.

 

En sus tiempos mozos cambió ese nombre difícil de pronunciar por el de Freddie y, cuando ya se dedicaba profesionalmente a la música, sustituyó su apellido por Mercury (Mercurio, mensajero de los dioses).

 

La carrera de Freddie Mercury, un hombre culto que adoraba la ópera y estudió dibujo y diseño, estuvo siempre unida al guitarrista Brian May y al batería Roger Taylor, con los que formó la banda Smile en 1967, y al bajista John Deacon.

 

Los cuatro músicos crearon en 1971 Queen y grabaron doce álbumes de estudio, entre ellos los primerizos y aclamados «Sheer Heart Attack» (1974) y «A Night at the Opera» (1975), con un sonido que conjugaba rock, heavy metal y glam, dominado por la guitarra de May y sobre todo por la imponente voz de Mercury.

 

Aunque algunos critican un toque «kitsch», los conciertos del cuarteto eran antológicos y sus canciones han sido coreadas por millones de personas durante décadas en innumerables conciertos y fiestas.

 

Desde su «We Will Rock You» -nombre también del musical dedicado al grupo- al «Under Pressure» con David Bowie, pasando por el «We Are The Champions», creado para homenajear al Manchester United y que hoy se canta en los estadios de futbol de todo el mundo para celebrar las gestas del equipo local.

 

Dos décadas después de la muerte de Freddie Mercury, sus fans no podrán prestar tributo en ningún cementerio, ya que el cuerpo del cantante fue incinerado en Londres y las cenizas fueron esparcidas en un lago suizo pocos días después.

 

El día de su entierro su ataúd llevaba una rosa roja encima y en la ceremonia se escuchó la canción «Barcelona», grabada en 1987 por el músico británico con su admirada Montserrat Caballé y que se convirtió en el himno de los Juegos Olímpicos de 1992, cuando Mercury ya había fallecido. (EFE)