La mejor prueba de que el PRI no ha cambiado nada o casi nada en 12 años fuera de la Presidencia son sus formas y estilos. Ver el acto en el que ayer se produjo la inscripción de Enrique Peña Nieto como precandidato priista al 2012 fue constatar que muchos de los usos y costumbres del viejo partido siguen intactos. Los acarreos, las matracas, la militancia corporativizada y el culto a la personalidad reviven con las ansias de regreso del PRI, si es que alguna vez se fueron.
Como en los tiempos del “hombre”, del “candidato oficial”, del “ungido”, ayer Peña Nieto se volvió el catalizador de las añoranzas de restauración de un partido y un sistema que sigue político que sigue vivo en las formas, pero también busca volver con el mismo fondo. La única diferencia entre ayer y un día de finales de noviembre de cualquier otro año (podría haber sido 1969, 1981 o 1994) en la sede nacional priista era que no había en Los Pinos un presidente priista, pero en el imaginario colectivo de los priistas, la figura del candidato que aclamaban “por unidad”, encarnaba al “jefe máximo”, a quien puede devolverles a aquel gran dedo y sacarlos de la orfandad de dos sexenios.
La “nueva cara” del PRI luce como si fuera ayer el olor a incienso y los sonidos de la aclamación parecen naturales para los militantes, dirigentes y el candidato virtual del viejo partido. Eso si, antes de echar a andar la maquinaria que ayer volvió que ayer volvió a rugir en Insurgentes Norte, Peña Nieto se dedicó a tratar de cicatrizar heridas.
El jueves pasado, apenas unas horas después del anuncio de su declinación, Manlio Fabio Beltrones recibió la visita personal de Enrique Peña Nieto. La plática, revelo el mexiquense a sus cercanos, fue larga y “en los mejores términos”. Todavía no hay un acuerdo concreto, afirman, pero hay entendimiento y Peña busco cerrar rápido cualquier resquicio de molestia o resentimiento en el sonorense.
Posiciones para algunos hombres clave de entre los beltronistas, ya sea candidaturas al Congreso –como en el caso de Marco Antonio Bernal– o nominaciones a una gubernatura –como podría ocurrir con Fernando Castro Trenti– son algunas de las cosas que Peña puede otorgar al grupo de Beltrones, más como un gesto del reconocimiento que públicamente le hizo al senador que le dejo libre el camino, que como una petición de Beltrones.
En ese encuentro de la semana pasada, se acordó la ausencia de Manlio en el evento de ayer. El senador dio aviso de que “por motivos personales” saldría del pais este fin de semana lo que fue aceptado por el mexiquense que tampoco quiso forzar una escena de incomodidad para el de Sonora, como aquella que se produjo cuando Roberto Madrazo se inventó una lastimadura para no tener que levantarle el brazo a Francisco Labastida en el 2000 por esta mismas fechas.
Así que los priistas se presentan ante el electorado con cierto cinismo y sin muchos complejos ni remordimientos por saberse los mismos de ayer y de siempre. Su candidato envuelto en una nueva imagen, huele a la misma naftalina de 70 años. Que nadie crea que el PRI ha cambiado, que nadie espere a un priismo o a un candidato con ideas o estilos diferentes o renovados, o como dijera alguna vez el célebre panista Manuel Gómez Morín, justo en las épocas que luchaba contra un PRI que no era muy distinto del que vimos ayer, con los priistas, su ya virtual candidato y su posible regreso al poder: “que no haya ilusos para que no haya desilusionados”.
NOTAS INDISCRETAS… No pocos vieron ayer a líder priista Humberto Moreira respirar satisfecho cuando la explanada priista hervía de porras y apoyos a candidato único de su partido. Muchos afirman que Moreira no llega a cargar los peregrinos, pero en el círculo cercano del coahuilense comentan que é está de lo más tranquilo y que tiene muy claro que “la decisión será del candidato”…Un año después de su accidentada llegada al poder, ayer en Ciudad Victoria, Egidio Torre presento su primer informe de gobierno. La mayoría de sus colegas gobernadores se disculparon de no acompañarle “porque tenemos que estar con el candidato”, y el gobernador hablo de un Tamaulipas que está recuperando el “orden, honestidad y firmeza”. Una fuerte presencia militar resguardaba el evento, mientras en Nuevo Laredo después de varios meses de calma sonaban otra vez balaras en las calles. “Lo que los tamaulipecos no hagan por Tamaulipas nadie lo hará”, decía el gobernador… Los dados mandan Escalera. Buen arranque.
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