Un grupo de mujeres aguarda en la banqueta. Son sólo un puñado de los 20 mil congregados de todo el país en la sede nacional del Partido Revolucionario Institucional. Van ataviadas con playeras del PRI y desayunan tamales durante la espera.

 

Llegaron al evento luego de un viaje de ocho horas en autobús desde Acayucan, Veracruz, animadas por apoyar el registro oficial de la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto.

 

“¡Venimos desde allá porque las mujeres de Veracruz queremos un cambio!”, dice entusiasta Guadalupe Martínez, una mujer cercana a los 35 años de edad, quien asegura sentirse satisfecha con la gestión del PRI en su municipio natal. Por eso decidió sumarse a la cargada tricolor a pesar de dejar algunos pendientes en casa: “Ya habrá tiempo para lo otro”, asegura.

 

El contingente de Veracruz fue uno de los más vistosos del encuentro que se celebró en la sede nacional del PRI, no sólo por las chamarras rojas que les servían de distintivo, sino por la cantidad de gente que lograron llevar hasta la sede nacional del tricolor mediante 85 autobuses que transportaron a casi 2 mil 500 personas.

 

Grupos como el Frente Juvenil Revolucionario (FJR), la Organismo Nacional de Mujeres Priistas (ONMPRI) o los comerciantes del Centro Histórico del Distrito Federal encabezados por Alejandra Barrios aportaban su cuota de entre 300 y 600 asistentes.

 

Otros contingentes parecían más entrados en la materia. Un par de integrantes del sindicato petrolero asienten con la cabeza cuando Peña Nieto asegura que el PRI ha sido “parte central en la construcción del México del siglo XX”. Hacen algunos comentarios mientras las protestas para que bajen la enorme manta que acaban de instalar a un costado de la tarima empiezan a hacerse más evidentes. Todos quieren ver al candidato.

 

De acuerdo con cálculos de dirigentes de las diversas organizaciones, el sector obrero representado por la Confederación de Trabajadores de México (CTM), el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) o la Confederación de Trabajadores y Campesinos (CTC),  aglutinó cerca de 8 mil personas.

 

Cifra similar a las poco menos de 10 mil personas que fueron convocadas por la Confederación Nacional Campesina (CNC).

 

Los “invitados”, provenientes en su mayoría del Estado de México, llegaron gracias a la coordinación de los comités estatales del PRI junto a otras organizaciones obreras y campesinas que repartían parafernalia electoral junto a un pequeño almuerzo, generalmente compuesto de una torta, un jugo y una naranja.

 

Aunque el buen humor fue recurrente durante “la fiesta de la democracia” que se anunciaba con fervor desde la tarima donde un mariachi amenizaba, algunos lucían indiferentes ante lo que ocurre a su alrededor. Algunos toman por asalto las jardineras y se toman fotografías en la estatua de Juárez como si se tratara de un día de campo.

 

Carlos, joven de 20 años, oriundo del municipio Tecámac, que porta una playera con el logotipo del PRI en el dorso, platica con sus amigos mientras el discurso de Peña Nieto transmitido en pantallas gigantes le pasa inadvertido.

 

“A mí me invitó un amigo y por eso vine”, señala Carlos, quien asegura que debido a lo reducido del foro, algunos dirigentes pidieron a las organizaciones llevar sólo una “pequeña representación”.