Los problemas económicos, familiares y sociales que se puedan generar tras la muerte de una persona que no hizo testamento y tampoco adquirió un seguro de vida hacen más difícil el duelo. En el país, sólo 10% de los mexicanos elabora su testamento y 4% adquiere un seguro de vida de manera particular.

 

La familia puede terminar odiando al difunto por dejarla en el abandono y con problemas a futuro, afirma la tanatóloga, Patricia Cid Topete. “La esposa puede pensar que el marido no la quería porque nunca previó que se podía morir. Los hijos, si se tienen que salir de la escuela o ya no viven en su casa, pueden pensar que a su padre no les importaba y eso crea confusión, enojo y odio”.

 

El problema es que los mexicanos no son previsores y piensan que nunca se van a morir porque son jóvenes y no están enfermos, por lo que no piensan en el futuro, señala Juan Manuel Aspron, notario 188 de la Ciudad de México.

 

En el país sólo 10% de los mexicanos realiza su testamento y aunque 40% de la Población Económicamente Activa tiene un seguro de vida, sólo 4% lo adquirió de manera particular, el resto lo tienen por su trabajo, pero cuando son despedidos o se cambian pierden esa prestación.

 

Pedro Ibarra, director de la Región Centro Sur de Seguros Monterrey, subraya que los seguros deben tenerse en cualquier caso, pero sobre todo cuando no se cuenta con ningún bien que pueda heredarse.

 

“Los seguros –admite- son difíciles de adquirir porque la gente cree que son caros. Pero ahora hay programas para las necesidades de cada persona: por ejemplo, los recién casados pueden comprar uno de cinco o 10 mil pesos que pueden ir pagando. Y ya de ahí los precios se pueden incrementar”.

 

Tanto Ibarra como Aspron comentan que las dos prácticas son necesarias para evitar problemas posteriores que puedan llegar a la fractura de la familia. Recomiendan por ello adquirir un seguro de vida que deje protegida a la familia, en especial si los hijos son menores o necesitan apoyo económico para continuar sus estudios.

 

Sobre el testamento, Aspron precisa que en cuanto forman una familia y se tienen hijos las parejas deben pensar en qué harán si alguno llega a faltar.

 

“La gente debe pensar en quién va a cuidar a sus hijos si los dos faltan, qué les van a dejar a sus parejas. Porque la ley lo especifica, pero no es lo que uno quiere”, comenta.

 

De acuerdo con las leyes de sucesión, si no existe testamento los bienes se reparten a la mitad entre los consanguíneos y la pareja, es decir, entre hijos y esposa (o), entre padres y esposa (o), o entre hermanos y la pareja.

 

“Esto genera problemas, ya que la persona hubiera querido dejar todo a su pareja, pero por no tener testamento sólo le dejan la mitad de los bienes”, añadió.

 

Los testamentos pueden realizarse desde los 16 años y se pueden cambiar todas las veces que se quiera. Incluso los menores que están enfermos pueden hacer uno y decidir a quién le heredan sus cosas más queridas.

 

“Aunque no sean grandes bienes, los niños y adolescentes pueden dejar sus cosas a sus amigos o hermanos, y eso se debe respetar, y la persona que va a morir se queda más tranquila”, expresó la tanatóloga Cid Topete.

 

 

 

DATOS

 

40% de la Población Económicamente Activa tiene un seguro institucional, que se pierde al cambiar de trabajo

 

Sólo 4% adquiere un seguro de manera particular

 

 

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