La piel que habito es una cinta que, en manos de cualquier otro director, hubiera sido un desastre, pero bajo la visión de Pedro Almodóvar no sólo resulta en un experimento con igual carga de perversidad, suspenso e imposibilidad, sino que representa el mejor resumen de las obsesiones, formas y estilo del afamado director manchego.
En esta cinta se puede notar a un Almodóvar con ganas de divertirse; La piel que habito (basada en la novela Tarántula de Thierry Jonquet) se despliega como un relato de terror clásico, de esos que involucran a científicos locos, experimentos inenarrables, enfermas revanchas y –por supuesto– tragedias impostergables. Todo lo anterior narrado desde el fino límite entre lo plausible y lo irrisorio.
Severamente afectado por el fallecimiento de su esposa, el brillante cirujano plástico Robert Ledgard (Antonio Banderas, impresionante en su regreso a España) mantiene secuestrada (aunque con todo lujo) a una chica llamada Vera (Elena Anaya) quien se recupera de ciertos tratamientos clínicos. Vestida siempre con un traje color piel que se le pega al cuerpo y le cubre desde la punta de los pies hasta el cuello (dando la impresión de ir siempre desnuda), Vera ha intentado escapar de su encierro sin éxito; ni el suicidio le ha funcionado, toda vez que Ledgard constantemente la vigila –y admira– con un sistema de cámaras que siguen sus movimientos en todo momento.
El porqué del encierro de Vera y la naturaleza de los experimentos que Ledgard practica con ella son las bases de una trama tan delirante como perversa en la que Almodovar pronto se las ingeniará para tratar sus temas favoritos: la familia como fuente inagotable e ineludible de tragedia y tormento, las mujeres como centro de su universo, y la pulsión sexual como motor de todas las obsesiones.
Almodóvar sostiene el suspenso usando el truco más barato: ocultando al público la verdad y mostrándola poco a poco en una narrativa no lineal, tan caótica como disparatada es la trama. Al tiempo, el director irá soltando pistas sobre el origen de estos personajes hasta llegar al gran descubrimiento, la clásica vuelta de tuerca Almodoroviana.
Pero en este caso es distinto, el famoso giro del final (y no permitan que nadie se los cuente o les echaran a perder la película) tiene su valor no tanto por lo que sucede en pantalla, sino por lo que sucede en nuestra mente.
Almodvóar juega con nuestros sentidos, juega con la belleza perfecta y casi imposible de Elena Anaya, juega con nuestros tabúes sobre el sexo y sus roles. Esta es la causa de las reacciones encontradas hacia este film, parte del público reirá nerviosamente (con un dejo de incredulidad altanera) ante lo que se ve en pantalla. Y es que una mente dispuesta al asombro es requisito indispensable para disfrutar esta cinta.
La piel que habito (Dir. Pedro Almodóvar, 2011)
4 de 5 estrellas.
Guión: Pedro Almodóvar; inspirado en la novela Tarántula, de Thierry Jonquet, Fotografía: José Luis Alcaine, Edición: José Salcedo. Con: Elena Anaya, Marisa Paredes, Antonio Banderas entre otros.