Siria manifestó hoy que está dispuesta a aceptar la llegada de observadores árabes a su país a cambio del levantamiento de las sanciones económicas impuestas a Damasco y que se le reconozca de nuevo como Estado miembro de la Liga Árabe.

 

 

El ministro sirio de Asuntos Exteriores, Walid al Moallem, envió una carta al secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Araby, en la que manifiesta el deseo de Siria de firmar, bajo ciertas condiciones, su propuesta de paz para poner fin a la crisis.

 

 

Según la agencia siria de noticias SANA, Al Moallem ha indicado a al Araby que “al gobierno sirio le gustaría firmar el protocolo en Damasco en base al plan acordado con la Liga Árabe el 30 de octubre pasado en Doha y a las enmiendas que Siria pidió” a este organismo.

 

 

Poco antes el vocero de la cancillería siria, Yihad Maqdissi, declaró que su país “respondió positivamente” a la iniciativa de la Liga Árabe y que está abierto a la admisión de observadores que garanticen el cumplimiento de un alto el fuego por parte del gobierno.

 

 

Damasco había aceptado el pasado 2 de noviembre el plan de la Liga Arabe que contemplaba la retirada del Ejército de las ciudades, la liberación de los detenidos durante los más de ocho meses de protestas y el inicio de un diálogo con la oposición.

 

 

Sin embargo, ante el incumplimiento de este compromiso y su negativa a firmar un protocolo para el envío de una misión de observadores árabes, la Liga Árabe suspendió a Siria como miembro y posteriormente adoptó sanciones económicas contra el régimen de Bashar al Assad.

 

 

El sábado pasado, un comité ministerial árabe reunido en Doha había dado a Siria un plazo -hasta ayer domingo- para firmar un protocolo sobre el envío de observadores encargados de informar sobre los hechos en el país, para evitar así mayores sanciones.

 

 

En El Cairo, la Liga Árabe rechazó este lunes dar un nuevo ultimátum a Damasco para que acepte el envío de una delegación de observadores a Siria y consideró que las declaraciones sirias son una nueva maniobra de Assad para ganar tiempo y evitar nuevas sanciones.

 

 

La delegación, que estaría formada por 500 observadores, tiene como objetivos la protección de los civiles y la aplicación del plan árabe, que exige el fin del derramamiento de sangre en Siria y la retirada de las tropas de las calles, entre otros aspectos.

 

 

El régimen del presidente Assad está sometido a una fuerte presión internacional por negarse a frenar su campaña de represión contra los opositores, que en poco más de ocho meses ha dejado más de cuatro mil muertos, según cifras de las Naciones Unidas.