Andrés Manuel López Obrador arrancará su proselitismo por la candidatura de las “izquierdas”, que ya tiene en la bolsa, con un recorrido por todo el Distrito Federal. Con su nuevo discurso fraternal y amoroso, basado en su fe cristiana, el precandidato único de la alianza PRD-PT-Convergencia busca un doble objetivo: tomar fuerzas en la ciudad donde se encuentra su base más leal y su voto más duro, y de paso intenta retomar el control político de la capital del país que parece al garete.
No es gratuito que López Obrador haya decidido esta gira por el DF, justo en los momentos en que la definición del candidato perredista a la jefatura de Gobierno de la ciudad se encuentra en la indefinición total. Con un Marcelo Ebrard que perdió fuerza y luce desarticulado tras la derrota de su proyecto presidencial, las tribus perredistas en la capital no parecen dispuestas a respetar un supuesto pacto para dejarle a éste último las definiciones en la ciudad.
Marcelo no ha tomado una decisión y sigue manejando una baraja demasiado amplia: desde Mario Delgado, Alejandra Barrales y Miguel Ángel Mancera, contra las cartas de las tribus como Martí Batres y Carlos Navarrete. No está claro cómo van a elegir al candidato del PRD y los golpeteos entre los precandidatos arrecian. Ebrard había dicho que “primero resolvemos la presidencial y luego la de la ciudad”, y hasta la fecha, varias semanas después de que quedó resuelta la candidatura presidencial, en el DF no hay siquiera un método claro para seleccionar al candidato.
Por eso no sorprende que Andrés Manuel vuelva sus ojos al Distrito Federal, el único bastión electoral que le queda al PRD, tras la reciente derrota en Michoacán. En principio se habló de que López Obrador le dejaría a Ebrard el DF, en compensación por su aceptación sumisa de la derrota; pero ver al tabasqueño en campaña por las 16 delegaciones y creer que no meterá las manos en la decisión de quién y cómo elegirán al candidato a Jefe de Gobierno sería ingenuo. AMLO va por lo que considera suyo y más le vale a Marcelo avivarse porque está visto que la fe mueve campañas.
NOTAS INDISCRETAS… El sexenio de Felipe Calderón quedará marcado por muchas razones de sobra comentadas; entre otras, por las tragedias ocurridas en el gabinete presidencial. De la muerte de Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos a la tragedia en que murieron José Francisco Blake y otros siete funcionarios, ha habido también casos como la repentina y fuerte enfermedad del secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio. Y ahora otro funcionario del gabinete, el director de la CFE, Antonio Vivanco, con apenas nueve meses en el cargo, tendrá que ser operado de emergencia porque le detectaron un tumor canceroso en el cerebro. Se le desea lo mejor a Vivanco y sí que ha sido un sexenio peculiar… En lo que fue prácticamente destape y despedida, el alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval rindió ayer su último informe de gobierno antes de que pida licencia en enero para buscar ser candidato del PRI a gobernador de Jalisco. El joven edil –del que dicen es casi una calca de Peña Nieto—es el priista más aventajado en las encuestas y cuenta con el respaldo del mexiquense; más le valdría leer para que no le pase lo que a su padrino… A propósito, cuentan los organizadores de la FIL que antes de la presentación de Enrique Peña sus asesores preguntaron qué temas podrían preguntarle los periodistas en la conferencia; el de sus libros preferidos fue uno de los asuntos que la gente de la Feria comentó a los estrategas peñistas además de lo que tiene que ver con el ámbito de la cultura. Por lo que se vio alguien no hizo su trabajo y dejaron al precandidato expuesto y a merced de su corta memoria y su manifiesta incultura… Los dados mandan otra Escalera. Buen tiro.
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