La economía mexicana está creciendo a un ritmo inesperado tomando en cuenta la incertidumbre que domina la economía mundial y estadounidense, e incluso respecto de su propio crecimiento histórico.
Las cifras así lo están confirmando. El pasado 22 de noviembre INEGI reportó un crecimiento al tercer trimestre de 4.5% anual que sorprendió positivamente a los analistas del sector privado quienes habían estimado el crecimiento en un rango de 3.9% a 4.1%.
Como era de esperarse, y no podía ser de otra manera, la publicación de la cifra sacudió el pesimismo que se cernía hasta ese momento sobre la tendencia bajista de la economía mexicana bajo el argumento de que la desaceleración de las exportaciones mexicanas, provocada por una menor demanda estadounidense, llevaría inevitablemente a un menor crecimiento.
De pronto el anunciado 4.5% del tercer trimestre revivió el optimismo entre economistas y comentaristas de los medios de comunicación y ya no se diga en el tono del discurso oficial.
Sin ensombrecer el buen ritmo de crecimiento observado vale la pena hacer un matiz sobre el dato anunciado: El 4.5% de crecimiento al tercer trimestre estuvo influido por un ‘factor estadístico’ que, digámoslo así, mejoró su desempeño en 3 décimas de punto porcentual. Suficiente para apuntalar el optimismo.
El caso se explica por las fuertes revisiones a la baja que realizó recientemente INEGI a las cifras del producto interno bruto del sector primario, en particular del sector agropecuario, para 2010.
El 22 de noviembre del año pasado INEGI publicó variaciones anuales en el PIB primario de -0.6%, 5% y 8.9% para el primero, segundo y tercer trimestre, respectivamente de 2010. Sin embargo en el reporte publicado un año después (22 noviembre 2011) estas mismas cifras fueron revisadas a -1%, 2.6% y 5.1%. Como se observa, las revisiones a la baja en la producción del sector primario –concretamente en el agropecuario- que realizó INEGI para 2010 son significativas, suficientes como para afectar el desempeño del PIB total (hay que decir que también se realizaron revisiones menores a la baja en los sectores secundario y terciario).
Las revisiones estadísticas no solo reducen la producción agropecuaria para 2010 respecto de la reportada originalmente, sino que implican, para fines estadísticos, una menor base de comparación por lo que el crecimiento desestacionalizado del sector primario al tercer trimestre de 2011 creció sorprendentemente en casi 12%, impulsando al PIB trimestral total.
Así, las revisiones de las cifras de 2010 significaron un ‘impulso’ adicional de 3 décimas al crecimiento del PIB reportado en el tercer trimestre.
Este ‘impulso’ estadístico al PIB del tercer trimestre no empaña el crecimiento y les da la razón a los economistas del sector privado cuyos pronósticos no estaban tan errados, aunque no se tomaron la molestia de explicar porqué se equivocaron respecto de la cifra oficial.
O quizá simplemente se dieron cuenta que ahora más que nunca el país necesita de una dosis extra de optimismo.
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