En México, los laboratorios que producen medicamentos genéricos y de patente compiten por un mercado valuado en aproximadamente 160 mil millones de pesos anuales. Esta competencia creció a partir de 2005, año en que se modificó la Ley General de Salud para someter a los fármacos genéricos a una prueba de bioequivalencia y demostrar su efectividad.

 

De acuerdo con la cifra más reciente de la consultora IMS-Health, en el 2009, se comercializaron en el país dos mil 200 millones de unidades de medicinas. De este total 63% corresponde a medicamentos genéricos. A pesar del volumen, el valor de ventas es 31% del total que reporta el sector.

 

Dagoberto Cortés, vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (Canifarma) aseguró que los laboratorios trabajan en la certificación y calidad de los productos genéricos.

 

A partir de 2005, el artículo 376 de la Ley General de Salud señala que todos los medicamentos deben contar con un registro sanitario que obtendrán una vez que demuestren la calidad del medicamento después de varias pruebas. Sólo con este documento se puede comercializar la medicina. Esta certificación debe renovarse cada cinco años.

 

Cortés informó que el año pasado ocurrió la primera etapa de renovación, a partir de entonces, salieron del mercado seis mil 500 productos genéricos que no pasaron las pruebas de bioequivalencia y biocompatibilidad.

 

“Antes de esta fecha, no todos los medicamentos tenían que hacer la prueba. Había muchos que pasaron su registro con documentación y no con las pruebas de bioequivalencia, ahora es distinto”, aseguró el vicepresidente.

 

Sin embargo, investigadores y farmacéuticas aseguraron que las pruebas de calidad no son las mismas que se le exigen a los medicamentos de patente, y los genéricos todavía tienen deficiencias, como la equivalencia en las dosis.

 

“Siempre hay que ver la dosis terapéutica que se pone en el producto porque puede haber una diferencia en su concentrado y en el volumen que tienen. Inclusive, las clínicas del sector salud o los médicos en general se ven obligados a medicar una dosis mayor para garantizar el efecto terapéutico”, afirmó Jorge Amezquita Landeros, investigador del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) campus Xochimilco.

 

Si bien el paciente puede ahorrar hasta 80% con la compra de medicamentos genéricos, en caso de ingerir una dosis alta, deberá comprar dos píldoras en lugar de una, entonces ya no hay tal ahorro, ejemplificó el investigador.

 

Carlos Baños, director general de Eli Lilly México, subrayó que las diferencias que presenta el medicamento se debe a los diferentes proveedores de los laboratorios; la mayoría vienen de China, India, Israel o algunos países de Europa Oriental.

 

“Si no se cuida (la elaboración) puede variar la calidad. Porque puedes tener problemas o diferencias en la forma del cristal; en la India pueden hacer la cristalización de una manera, en otros países lo hacen de otra manera, y a la hora de hacer una tableta será diferente el proceso”, explicó.

 

Ésta es la diferencia con el medicamento de patente, ya que los componentes serán los mismos desde el primero hasta el último día, aunque esto signifique la pérdida de licitaciones porque los costos son más altos.

 

Ante esto, el vicepresidente de Canifarma aseguró que “el medicamento genérico no cuesta menos porque tiene menos calidad, es un producto donde se cuida mucho la calidad”.

 

No obstante, Baños aseguró que los medicamentos que surgen de la investigación pueden tener menos efectos secundarios, como daños renales, infartos o evitar una amputación. “Eso tiene muchísimo valor y por eso la innovación es importante, que llegue a tiempo y esté disponible”, expuso.