Los conductores de Top Gear, el controvertido programa británico de la BBC, tendrán que tragarse sus palabras después de ver lo que está ocurriendo con la industria automotriz en México.

 

Aquel estereotipo del mexicano flojo y flatulento que divulgaron en su programa en tono de burla Jeremy Clarkson, Richard Hammond y James May el 30 de enero pasado a raíz de la presentación del Mastretta MXT, un coche deportivo hecho en México, se estrella con la competitividad de una industria que ha movido a México del lugar 11 al 9 en el ranking mundial de productores de vehículos. Atrás quedaron potencias tradicionales del sector como Francia y Canadá.

 

La realidad es que México se ha convertido en una potencia emergente en la producción de vehículos como lo demuestran las cifras acumuladas a noviembre de este año, dadas a conocer recientemente por la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz. En los primeros 11 meses se produjeron 2.377 millones de vehículos y es probable que al final del año se alcancen 2.550 millones. Las exportaciones de vehículos en noviembre llegaron a nivel récord histórico: 1.973 millones y todo apunta a que el año cierre con ventas al exterior cercanas a 2.1 millones de vehículos. Una cifra que coloca a México como el segundo mayor exportador de vehículos al mercado estadounidense –el más importante del mundo- por encima de potencias como Alemania o Corea del Sur y solo detrás de Japón.

 

Este éxito no es casual ni repentino. La relocalización de las líneas de ensamble de las grandes empresas automotrices motivada por una agresiva competencia de mercado ha provocado la búsqueda de menores costos manufactureros y logísticos en las economías emergentes. Allí están China, Brasil, India y México a la cabeza de la lista. De los cuatro productores, México tiene el mercado interno más pequeño, pero la mayor cercanía geográfica y comercial con Estados Unidos a través del TLCAN lo que le da un potencial estratégico extra hacia el futuro.

 

Esta previsión no es de aire. En los últimos años las tres grandes de Detroit –Ford, GM y Chrysler- agobiadas por la pérdida de competitividad frente a los japoneses, realizaron importantes inversiones en México para fortalecer su capacidad exportadora hacia Estados Unidos y ahora está dando frutos. La reciente crisis global ha empujado a los japoneses y europeos a hacer lo mismo. Empresas como Honda, Mazda o Nissan –reticentes a ampliar su producción fuera de Japón- ya anunciaron importantes inversiones en México para los próximos años y sus resultados los veremos a partir de 2013.

 

Por eso proyectar una producción anual de entre 3.5 y 4 millones de vehículos para 2016 está al alcance de la mano si la demanda estadounidense para 2012 no cae más allá de lo previsto hasta ahora y si el gobierno federal y los gobiernos estatales mantienen o amplían los incentivos para atraer las nuevas inversiones.

 

Eso se logrará si se toman en serio los retos de transferencia de tecnologías, de masificación de personal calificado, de mayores presupuestos para la investigación y de apoyo al desarrollo de cadenas productivas.

 

De ser así, Top Gear se quedará mudo.

 

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