El presidente Felipe Calderón, su esposa Margarita Zavala y sus hijos, asistieron ayer a la Basílica de Guadalupe a la misa que ofició el cardenal Norberto Rivera para dar inicio a la Jornada Nacional de Oración por la Paz. Ahí, Rivera aseguró que en México existe la sana separación entre la Iglesia y el Estado.
Durante su homilía, el religioso dijo en varias ocasiones que México es un país convulsionado y herido por la violencia, “por ello la necesidad de orar por la paz y la reconciliación”; pidió por “la conversión de cuantos hacen el mal”, y aseveró que “el poder de la oración es más eficaz que el de las armas”.
En la homilía, el cardenal aseguró que en México existe la sana separación entre la Iglesia y el Estado. Al Estado, dijo, la compete garantizar la seguridad y la gobernabilidad del país, y tiene leyes coercitivas para ejercer en forma legítima el poder que busca el bien de la sociedad, respetando en todo momento los derechos humanos.
A la Iglesia, agregó, le corresponde acercar a los hombres y mujeres de buena voluntad a los valores del reino de Dios, sobre los que se construye una paz que alienta la verdad, la justicia y la honestidad.
Durante la misa, la esposa del presidente pidió darle al pueblo mexicano la paz, la esperanza, la justicia y la dignidad.
“Toca con tu amor el corazón de los violentos y danos fortaleza, sabiduría y humildad a todos para poder cumplir con nuestro deber. Ayuda en especial a los más pobres, protege a tu pueblo y llévalo de la mano”, solicitó Margarita.
A la misa asistieron el vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Víctor René Rodríguez; el Nuncio Apostólico en México, Christophe Pierre; el Obispo de Chalco, Artemio Flores Calzada, y el Obispo auxiliar de la Segunda Vicaría de la Arquidiócesis de México, Carlos Briseño.