EL CAIRO. Lejos de que la normalidad vuelva al centro de El Cairo, las muestras de indignación popular contra la represión de las fuerzas de seguridad marcaron el tercer día de disturbios sin que se vislumbre el final de la violencia.

 

Al menos diez muertos, medio millón de heridos y 181 detenidos han dejado los choques iniciados el pasado viernes durante el desalojo de un grupo de personas que acampaban como protestaba frente a la sede del Gobierno.

 

En un ambiente de tensión creciente, ayer los manifestantes y la policía militar volvieron a enfrentarse en las inmediaciones del Consejo de Ministros y el Parlamento, donde cayeron piedras de ambos lados.

 

Colocados en las azoteas de edificios adyacentes, hombres vestidos de civil apedrearon a los congregados en las céntricas calles de Qasr al Aini y Sheij Rihan, lo que causó un alto número de heridos, trasladados en motos o por su propio pie hasta los hospitales de campaña.

 

En esos puntos cercanos a la plaza de Tahrir llegaron refuerzos militares, que también emplearon cañones de agua para dispersar a los manifestantes en un ambiente caldeado por el lanzamiento de bombas molotov.

 

La rabia se podía notar en las caras de los numerosos egipcios que, en corrillos, discutían los últimos acontecimientos y las imágenes impactantes de la víspera, como la de la mujer golpeada y desnudada por la policía militar, o el incendio de la Academia Científica de Egipto, una de las mayores bibliotecas del país.

 

“La Junta Militar se está volviendo un problema”, dijo la egipcia Merbat Saad, al tiempo que un grupo de voluntarios llevaba en bolsas algunos ejemplares semicarbonizados que rescataron de la destruida biblioteca, que albergaba unos 200 mil volúmenes que databan desde 1798.

 

Como hace un mes hiciera en la cercana calle de Mohamed Mahmud, el Ejército levantó un muro de hormigón en Qasr al Aini, lo que no impidió nuevos enfrentamientos.

 

“Quieren seguir construyendo muros hasta acorralarnos y atacarnos”, señaló la joven Mai Mohamed, para quien el trato de las fuerzas del orden está siendo “inhumano”.

 

En la plaza de Tahrir, en calma y abierta al tráfico rodado, los niños correteaban de un lado a otro mientras decenas de curiosos conversaban al lado de puestos de comida.

 

Hace menos de un mes, la calle de Mohamed Mahmud, junto a Tahrir y próxima al Ministerio del Interior, fue el principal foco de tensión entre la policía y los manifestantes durante más de una semana.

 

Entonces, los opositores exigían la salida del poder del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, al frente del país tras la renuncia del presidente Hosni Mubarak en febrero pasado.

 

Sin embargo, las reivindicaciones han quedado ahora diluidas en una espiral de violencia cuyos responsables no se conocen por el momento.

 

Si ayer el primer ministro, Kamal Ganzuri, responsabilizó a los manifestantes de los disturbios, ayer la Fiscalía pidió a la televisión estatal entregar los videos que muestran el incendio de edificios gubernamentales para hallar a los culpables.

 

Los manifestantes, por su parte, apuntan directamente hacia el Ejército, los “baltagueya” o matones del régimen de Mubarak y los miembros de seguridad infiltrados en las protestas.

 

El fundador del movimiento revolucionario 6 de Abril Ahmed Maher subrayó que los culpables de la violencia pertenecen a miembros de la policía militar que van vestidos de civil para evitar que los soldados uniformados se impliquen directamente.

 

Los jóvenes revolucionarios insisten en reclamar un Gobierno de salvación nacional que asuma el poder durante la transición democrática y rechazan de plano el Ejecutivo de Ganzuri, nombrado por la Junta Militar a raíz de la crisis anterior.

 

Por el momento, los dirigentes castrenses no parecen dar su brazo a torcer y han negado cualquier tipo de responsabilidad en los disturbios.

 

Por su parte, el grupo político de los Hermanos Musulmanes, Partido Libertad y Justicia (PLJ), que lidera los resultados de las elecciones a la cámara baja del Parlamento, reclamó una investigación urgente e inmediata para hallar a quienes instigan los crímenes cada vez que nos acercamos a la estabilidad.

 

Egipto se halla inmerso en un largo proceso electoral que por ahora ha contado con un 60 % de participación, según las últimas cifras oficiales. EFE Y AP