El presidente de Filipinas, Benigno Aquino, declaró hoy el estado de calamidad nacional a raíz de las riadas que han causado cerca de un millar de muertos y dejado una estela de destrucción al sur del país.
Esta declaración hecha en Cagayan de Oro, una de las ciudades más afectadas, permite al Gobierno aumentar la ayuda económica para las zonas afectadas y crear un fondo especial de 1.170 millones de pesos (26,6 millones de dólares o 20,4 millones de euros) destinado a la asistencia de unos 338.415 damnificados.
Al menos 957 personas han muerto, un número que las autoridades no descartan que aumente dado que los equipos de rescate continúan buscando personas desaparecidas en los ríos y bajo los escombros.
“La máxima prioridad es realojar a los supervivientes en zonas que no presenten peligro y el Gobierno les ayudará”, aseguró Aquino, quien abroncó a las autoridades locales al comprobar que cientos de damnificados han montado poblados en áreas de riesgo.
En las dos ciudades más afectadas, Iligan y Cagayan de Oro, cientos de cadáveres continúan sin ser identificados, aunque ambos ayuntamientos han aplazado sus planes de enterrarlos en fosas comunes por desavenencias legales con el Gobierno central.
” Antes de sepultarlos tenemos que identificar todos los cuerpos y tomar muestras de ADN para cumplir los procedimientos legales”, dijo a Efe el alcalde de Cagayan de Oro, Vicente Emano.
En el cementerio local de Bolonsori, una decena de obreros provistos de palas y picos cavaban una fosa de 15 metros de largo y más cuatro metros de ancho en la que serán depositados unos 200 cadáveres cuya identidad se desconoce.
“La estamos dividiendo en cuatro hoyos en los que meteremos en cada uno medio centenar de cuerpos”, explica Arnaldo Cagoco, uno de los cavadores de la fosa.
A la espera de este entierro colectivo, un centenar de cadáveres se descomponen a la intemperie en el basurero municipal al que han sido trasladados y adonde la gente acude con la esperanza de hallar entre estos a seres queridos dados por desaparecidos.
“Acabamos de reconocer a mi sobrina por un lunar que tiene en el brazo y por la forma de las uñas. Ha sido imposible identificarla por su rostro. Ahora buscamos a su marido y a mi hermana”, relata con sorprendente entereza Lolita Sierras, una mujer de 56 años.
En el vertedero, el hedor que despiden los cadáveres, la mayoría descubiertos o parcialmente tapados con papel de periódico, es tan insoportable que muchas personas dan media vuelta y renuncian a esa búsqueda a pesar de portar mascarillas.
Brian Molo, un técnico industrial de 27 años, aguarda bajo uno de los toldos instalados por el consistorio a que lleguen sus parientes con la finalidad de encontrar a su tía desaparecida.
“Es el único familiar que hemos perdido, pero mi hermana casi ha muerto a causa una grave herida en la cabeza “, dice en un perfecto castellano aprendido durante los tres años que trabajó en México.
La riada destruyó su casa, aunque Brian sobrevivió agarrándose a una caña de bambú junto a la que fue arrastrado durante toda la noche por la corriente y a lo largo de más de diez kilómetros, hasta que fue rescatado con las primeras luces del día.
Desde el pasado sábado duerme con varios parientes en el hospital en el que está ingresada su hermana, debido a la falta de espacio en los centros de acogida montados por las autoridades.
Según el Centro Nacional de Prevención y Respuesta de Desastres, 42.733 damnificados han sido acogidos en 62 refugios repartidos por diferente localidades de la isla de Mindanao.
En el polideportivo del barrio de Macasandig, en Cagayan de Oro, se hacinan medio millar de familias y algunos de sus miembros hacen cola para comer un puñado de arroz cocido y un huevo duro, recibir algún medicamento, quizá si tienen suerte una manta o ropa para abrigar a los niños.
En este centro, el corte del suministro de agua corriente que afecta a la mayor parte de los barrios de la ciudad, comienza a causar infecciones causadas por la falta higiene.
“Tenemos sólo cuatro retretes portátiles para las 500 familias de dentro y las que pasan el día en las inmediaciones para recibir las donaciones. Sobre todo los niños hacen sus necesidades en cualquier sitio”, explica Aaron Neri, jefe de esta barriada.
Entre la tarde del viernes y la madrugada del sábado, “Washi” descargó en Mindanao más cantidad de agua que todo la recogida en la región durante un mes de la estación lluviosa.
Los expertos de las agencias internacionales identifican el chabolismo y la incontrolada deforestación como los principales factores del gran número de muertos que causan en el país los desastres naturales. (EFE)