Hoy se va Zapatero. Con su salida, la izquierda europea gobernante desaparece. No hay casualidades. El ciclo progresista llegó al punto máximo de la primera década del siglo. Los próximos diez años, probablemente serán monotemáticos: economía. La ley Monti llegó a Italia para expandirse por todos los rincones. Su mejor orquestadora es Angel Merkel y el mejor promotor es Nicolas Sarkozy. Zapatero navegó con su “talante social”. Ni tuvo visión económica ni tampoco entendió a la globalización.

 

Zapatero llegó al gobierno español gracias a las mentiras del presidente Aznar; ella fueron las que dinamitaron la victoria de su delfín, Mariano Rajoy. Ocho años después Rajoy logrará protagonizar su objetivo de vida, ser presidente.

 

Paradoja o no, el punto de inflexión de Zapatero fue la salida de su ministro de economía, Pedro Solbes. Éste acompañó al presidente durante su primer gobierno, es decir, lo acompañó a través de la disciplina. Sin crisis hipotecaria y con los fundamentos de economía estables, el presidente Zapatero logró posicionarse como un líder progresista: incremento en la pensiones, ruptura con la discriminación de minorías a través, por ejemplo, del matrimonio entre personas del mismo sexo, cheque-bebé (subsidio directo –en efectivo- a mamás), incremento en las pensiones, clase de civismo en la educación primaria enfocada a la tolerancia, entre otras políticas. Después, Pedro Solbes sostuvo un rompimiento terso con el presidente; terso pero al fin de cuentas, rompimiento. El entonces ministro de economía no entendió la política de gasto del presidente Zapatero. Solbes ya veía la formación de un huracán inmobiliario. Se lo advirtió al presidente. No pasó nada salvo la salida del gobierno de izquierda en el momento de la segunda victoria de Zapatero.

 

Zapatero fue mejor progresista que articulador de política económica; logró leer la necesidad de un cambio generacional sin embargo no sobresalió a través de su política exterior. Con América Latina se distanció; a Europa la seguía con atención pero sin el ánimo de lanzar propuestas como sí lo hizo Felipe González en su momento. En pocas palabras, no fue un europeísta.

 

Zapatero tuvo la oportunidad de pasar página a la era de Felipe González; no hay mejor prueba de lo contrario que Rubalcaba como candidato del PSOE, un franco retroceso del propio Zapatero. Pensó que su empatía y talante de inicio de gobierno (hace ya casi ocho años) le durarían hasta el último día de gobierno, se equivocó.

 

Su gabinete no deslumbró. El mejor ejemplo fue Leire Pajín, ministra de Sanidad. Joven pero no preparada, apostó por el partido pero no por sus funciones de ministra; o qué decir de la ministra de defensa, Carme Chacón, joven pero entregada a la causa del partido socialista catalán. Intentó suplir al propio Zapatero pero terminó llevando al partido catalán a sus peores resultados de la historia.

 

Otro de los tempranos aciertos del presidente Zapatero fue haber normalizado las relaciones del gobierno central con las autonomías, tan trastocadas como deterioradas gracias a José María Aznar. Pero todo terminó cuando inició la crisis.

 

Finalmente, Zapatero se encontró con un ETA deteriorado. Por ello, extendió su mano a los terroristas con el único objetivo de negociar el cese definitivo. Iba bien pero ETA falló. Error, ETA lo hizo en el peor momento de su historia. Lo que siguió ya lo sabemos.

 

Hoy tomará protesta Mariano Rajoy como presidente de España. Con él, el espectro ideológico se reduce bajo la mirada de los socialistas. Nunca antes los países de la Unión Europea habían entregado tanta soberanía a su Banco Central. El resultado lo veremos no en 2012. En 2020.

 

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