MADRID. El líder del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, reveló las directrices con las que planea gobernar España los próximos cuatro años, basadas en la contención del déficit público con una reducción de 16 mil 500 millones de euros en 2012.
La austeridad marcará el primer año del Ejecutivo, que solo contempla la subida de la partida destinada al pago de las pensiones para que los jubilados recuperen su poder adquisitivo a partir del próximo 1 de enero.
La congelación de las pensiones fue una de las medidas más impopulares adoptadas por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero para reducir el déficit público hasta el 6 por ciento este año, como exige la UE.
“Todas las demás partidas son susceptibles de una revisión a la baja”, advirtió Rajoy en su esperado discurso ante el Congreso de los Diputados, en el comienzo de la sesión que votará hoy su investidura como sexto presidente del Gobierno de España en la etapa democrática.
Con dos objetivos esenciales: “detener la sangría” de destrucción de empleo que sufre el país, que dijo ha llevado a que el desempleo alcance el 23 por ciento de la población activa (5,400,000 personas) más del doble de la media de la Unión Europea, y estimular el crecimiento económico, el líder conservador se comprometió al mismo tiempo a la contención del déficit.
Tras admitir la posibilidad de que este año se rebase la cifra del 6 por ciento del PIB, anunció que en 2012 “tendremos que reducir en 16 mil 500 millones de euros el desfase entre ingresos y gastos”.
Con ello, se respetaría el 4.4 potr ciento del PIB establecido como límite. “Ese es el objetivo, ese es nuestro compromiso y a él nos vamos a atener”, señaló.
Luego, en una intervención de réplica a Alfredo Pérez Rubalcaba, su principal rival en las elecciones del 20 de noviembre y que ayer actuó ya como jefe de la oposición socialista, sugirió que esa cifra podría aumentar si el déficit público del estado español rebasa el 6 por cinto e insistió en la necesidad de conocer las cifras finales de las cuentas del estado para avanzar más datos concretos.
Ante las preguntas de Rubalcaba sobre cómo piensa obtener ingresos y reducir en 16 mil 500 millones el déficit, Rajoy aseguró que no tiene intención de subir el IVA u otros impuestos, al no verlo razonable “por las dificultades que están teniendo las empresas y los españoles”.
Entre las medidas que aplicará, enumeró la Ley de Estabilidad Presupuestaria que incorporará la obligación del límite del gasto público en todas las administraciones; culminar el saneamiento de sector financiero español y “reformas estructurales para hacer la economía más flexible y competitiva”, además de la modernización de la legislación laboral.
Adelantó que las medidas más urgentes serán adoptadas por el Consejo de Ministros el próximo 30 de diciembre.
Su Gobierno acometerá también “una profunda reforma” del sector público para “rebajar costos” y eliminar duplicidades entre el estado central y las administraciones de las 17 comunidades autónomas que forman España.
El discurso de Rajoy fue calificado de “decepcionante” por algunos de los líderes de los grupos parlamentarios, como el portavoz socialista José Antonio Alonso que lo encontró “muy ambiguo” y falto de concreción.
Para Alfredo Pérez Rubalcaba, el líder conservador anunció ayer “lo bueno” y silenció las medidas más duras que piensa aplicar.
Para la Coalición Izquierda Unida (IU), quedó claro que era un discurso “de trámite” ante el parlamento, porque la aprobación que le importa a Rajoy es “la de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy”.
El líder de IU, Cayo Lara, sostuvo además que Rajoy ofreció “continuidad” con las políticas de “recortes” iniciadas por Zapatero, “injustas” porque hacen recaer todo el peso de las mismas en la clase trabajadora y en los más desfavorecidos.
La investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno será votada hoy y su elección está asegurada por la mayoría absoluta que dieron las urnas al PP el 20 de noviembre en unas elecciones que certificaron el hundimiento del Partido Socialista que gobernó España desde abril de 2004. María Luisa González/EFE