El Banco Central Europeo (BCE) puso hoy en marcha lo que la revista alemana Der Spiegel online describió como la “más grande acción de rescate de su historia”: durante tres años los bancos podrán pedir préstamos sin límites y con intereses muy bajos.
Los políticos europeos y el director del BCE, Mario Draghi, esperan que los institutos europeos usen este dinero para comprar deuda de los países del euro. Los críticos advirtieron, sin embargo, que podría ser un juego peligroso.
El consejo de Gobierno del BCE acordó en su reunión del pasado 8 de diciembre llevar a cabo dos subastas a tres años con adjudicación plena y a tipo fijo, que puede amortizarse al cabo de un año.
La de este miércoles es la primera de esas dos subastas, a las que se llama en el sector financiero como “barra libre de liquidez”.
La medida se considera como la muy esperada “bala de plata” contra la crisis de las deudas soberanas en Europa, que está afectando cada vez más a la banca. Con esas dos subastas, el BCE pretende que los bancos otorguen a su vez créditos baratos a empresas e individuos.
Los bancos tienen además la libertad de pagar antes las cantidades que toman prestadas del BCE. Los mercados estiman que la segunda subasta tendrá lugar en febrero.
Las tensiones en los mercados “han alcanzado dimensiones de una crisis sistemática como no se veía desde la quiebra de Lehman Brothers”, admitió el BCE en un estudio publicado el lunes pasado.
Paralelamente, frente al Parlamento Europeo, Draghi advirtió sobre los riesgos para los bancos europeos en particular en los primeros tres meses de 2012, ya que previó que tendrían dificultades a tener acceso a dinero fresco.
“La presión que experimentarán los mercados de bonos es muy, muy significativa, sin precedentes”, admitió el presidente del BCE.
Economistas partidarios de la iniciativa creen que tendrá una buena acogida entre las entidades europeas, con una demanda que como mínimo será de 200 mil millones de euros, pero que estiman que en los hechos ascenderá hasta los 400 mil millones de euros.
Los críticos advierten que la acción y la blanda política monetaria del banco emisor europeo podrían empujar la inflación.
Asimismo los expertos señalan que muchos bancos podrían decidir no aceptar la invitación del BCE, por miedo a que se pueda interpretar como una señal de debilidad en la crisis.
Antes de la crisis, el BCE prestaba dinero para un tiempo máximo de tres semanas con el fin de que los créditos fueran poco atractivos para los bancos.
Los Institutos que necesitaban dinero debían pedir préstamos de liquidez a competidores. Pero con la crisis de 2008 estos préstamos interbancarios empezaron a hacerse menos frecuentes.
Los bancos acreedores tienen miedo de que los bancos a los que otorgó créditos no vayan a pagar la deuda contraída.