Una cadena de atentados en distintos barrios de Bagdad causó hoy 63 muertos y casi dos centenares de heridos, en un momento de crisis política en Irak que coincide con la retirada del Ejército de EEUU el pasado fin de semana.
A primera hora de esta mañana, once coches-bomba, tres artefactos, un proyectil “katiusha” y uno de mortero explotaron en distintos barrios de la capital iraquí, tanto de mayoría suní como chií, donde perecieron al menos 63 personas y 185 resultaron heridas, reveló a Efe una fuente del Ministerio de Sanidad.
El atentado más mortífero ocurrió en el barrio de Al Karrada, en pleno centro de la ciudad, donde al menos 23 personas murieron y 46 resultaron heridas por la explosión de un coche-bomba cerca del organismo gubernamental de la Transparencia, que se encarga de la lucha anticorrupción, según una fuente del Ministerio del Interior.
El segundo ataque más sangriento fue en el céntrico distrito de Al Alaui, donde dos artefactos estallaron consecutivamente en una plaza donde había concentrados jornaleros y ocasionaron la muerte de al menos dieciséis personas y heridas a 43.
También se registraron víctimas por explosiones en los distritos de Al Dura (sur), en la calle Al Magreb (norte), Al Harizia (oeste) y Bab al Muadam (centro), entre otros.
Excepto el atentado de Al Karrada, que fue contra una institución, el resto de ataques tuvieron como objetivos aparcamientos, una escuela, un mercado popular y lugares en los que se concentraban los ciudadanos que se dirigían a sus puestos de trabajo a primera hora del día.
Poco después, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, afirmó en un comunicado que el tiempo y el espacio en el que se produjeron los ataques confirman la naturaleza política de los objetivos de los terroristas.
“El momento de estos crímenes y los lugares elegidos confirman la naturaleza política de los objetivos que quieren alcanzar (sus autores) a través del crimen y el asesinato de civiles inocentes”, subraya la nota.
Al Maliki hizo un llamamiento a las fuerzas de seguridad y al Ejército para que intensifiquen las medidas y “cumplan con su deber al máximo grado de disciplina para proteger a los ciudadanos y actuar para acabar con las lagunas en seguridad que aprovechan estos asesinos”.
Y les solicitó que “no caigan en reacciones a las que los criminales están intentando empujarles para alcanzar sus objetivos malvados”.
También instó a todos los religiosos, dirigentes políticos y tribales que “asuman su responsabilidad en esta situación crítica, se pongan del lado de fuerzas de seguridad y las apoyen con información verdadera y ayuden a la unidad nacional”.
Los ataques ocurren en un momento de crisis política en Irak que ha coincidido con la retirada total de las tropas estadounidenses que quedaban en el país el domingo pasado.
La crisis política se precipitó el pasado día 19 por la emisión de una orden de arresto contra el vicepresidente iraquí suní, Tareq al Hashemi, supuestamente vinculado a delitos de terrorismo.
Poco después de la emisión de la orden de detención, el bloque político de Al Hashemi, Al Iraqiya, decidió boicotear las reuniones del Gobierno de unidad nacional, donde tiene ocho ministros.
El sábado pasado, Al Iraqiya suspendió también su participación en las sesiones del Parlamento, donde es la segunda coalición política, por lo que considera el incumplimiento de la Constitución y el sectarismo de la fuerzas de seguridad, entre otros.
Hace dos días, Al Hashemi defendió su inocencia desde el Kurdistán iraquí y se mostró dispuesto a comparecer ante la Justicia en la provincia autónoma, a lo que Al Maliki respondió ayer con una petición a las autoridades kurdo-iraquíes de que entreguen al vicepresidente y no le permitan abandonar Irak.
Durante su intervención ayer, el primer ministro advirtió de que formará un Ejecutivo de mayoría política si no se llega a un acuerdo con las otras partes para mantener el Gabinete de unidad nacional.
El actual Gobierno de unidad nacional fue constituido el 21 de diciembre de 2010 tras lograr un consenso político después de nueve meses de vacío gubernamental, causado por las discrepancias entre las distintas fuerzas políticas a raíz de los ajustados resultados de las elecciones parlamentarias de marzo de ese año.
La alianza ganadora fue Al Iraqiya, que con 91 de los 325 escaños del Parlamento no tuvo asientos suficientes para formar Gobierno.
Las principales contrincantes de Al Iraqiya fueron el bloque Estado de Derecho, de Al Maliki, que quedó segundo, y la Alianza Nacional Iraquí, del exprimer ministro Ibrahim al Yafari, que forjaron un acuerdo para formar la Alianza Nacional, que sumó 159 asientos en la Asamblea. (EFE)