Esta mañana en la  ciudad de México falleció a los 80 años Ricardo Legorreta, el arquitecto mexicano más importante de las últimas décadas; hace dos meses recibió el Premio Imperial 2011 de manos de el Príncipe Hitachi, hermano del Emperador Akihito, en  Tokio, Japón. Su trabajo tuvo el reconocimiento mundial por su impacto en el campo de las artes.

 

El julio de este año también recibió por parte del gobierno del Distrito Federal, la Medalla y Diploma de la Ciudad de México en reconocimiento a su compromiso para mejorar el espacio público, así como a la innovación, resolución y optimismo en su obra. En esa ocasión, invitó  a los ciudadanos a dejar las quejas y críticas de lado y hacer, cada quien desde su posición, un esfuerzo por lograr una mejor ciudad.

 

Fue uno de los pioneros en reciclar edificios históricos y convertirlos en museos, en recintos sociales y culturales de la actualidad, como el Palacio de Iturbide, el actual Club de Banqueros y el Antiguo Colegia de San Ildefonso.

“Siempre he pensado que el arquitecto está dedicado a hacer feliz a la gente, a construir espacios en que la gente sea feliz y no hacerse monumentos a sí mismo o a políticos o promotores sino entregar edificios que la gente pida en donde el espacio de sea de todos”, dijo en alguna ocasión.

 

“La arquitectura mexicana tiene un prestigio en el extranjero muy superior al que le dan dentro del país, esto desde tiempos inmemorables, México es líder en la arquitectura, me sorprende lo bien que es recibida, por eso le digo a los jóvenes que no sólo es una oportunidad, sino un deber llevar la arquitectura a todo el mundo, porque su base siempre es humana, no podemos perder eso, la arquitectura mexicana es muy humana y representa una oportunidad para mostrar México al mundo”.

Sus restos serán velados en la Sala Alpes de Funerales Galia en el Panteón Francés de San Joaquín, ubicado en Legaria, y, según fuentes de la casa funeraria, la cremación tendrá lugar el día de mañana.

 

En 1953, Legorreta se graduó de la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM, y desde entonces comienzó una carrera brillante con obras como el Hotel Camino Real de Polanco -en colaboración con Luis Barragán-, el Tec de Monterrey campus Santa Fe, y el Papalote Museo del Niño, por mencionar algunas.