WASHINGTON. Cientos de policías, bomberos y helicópteros reforzaron ayer la seguridad de Los Ángeles tras los incendios provocados que se registraron en la ciudad por tercera noche consecutiva, sin que las autoridades hayan identificado a un sospechoso.
Al menos 12 vehículos estacionados en distintos barrios ardieron en Nochevieja, después de otras dos noches, las del jueves y el viernes, que dejaron 38 incendios en toda la ciudad, informó ayer el diario Los Ángeles Times.
La oleada de incendios, la peor desde las revueltas populares de 1992, ha causado al menos 350 mil millones de dólares en pérdidas, mientras las autoridades continúan una frenética búsqueda de pistas que les lleven a un sospechoso.
Basándose en entrevistas con testigos, la policía busca a al menos a una persona, un hombre que conduce un automóvil Lexus ES300 de color canela, señala el rotativo.
“Quien quiera que esté haciendo esto está jugando con la vida de la gente”, lamentó el capitán de bomberos de Los Ángeles, Jaime Moore, en declaraciones al diario.
La Oficina de Armas, Tabaco y Explosivos (ATF, en inglés) federal ha ofrecido una recompensa de 60 mil dólares por información relacionada con el responsable o responsables, mientras la policía de Los Ángeles sitúa la compensación en 35 mil dólares.
Las autoridades partieron de la hipótesis de que los fuegos estaban conectados y orquestados por una misma persona, aunque la cantidad de fuegos y su rápida dispersión apunta a la posibilidad de que parte de los incendios fueran obra de un “imitador”, alguien no conectado con el autor de los primeros sucesos.
“Hemos reasignado detectives de nuestras divisiones de crímenes graves y de robo con homicidio, exclusivamente para averiguar quién está haciendo esto. Tenemos a docenas de detectives trabajando veinticuatro horas”, dijo el comandante de policía Andrew Smith.
Entre las propiedades dañadas por los fuegos está la casa de Hollywood Hills en la que vivió durante un tiempo el fallecido cantante de “The Doors” Jim Morrison y que inspiró su canción “Love Street”.
La última noche de fuegos llegó en medio de las festividades de año nuevo y para el residente Carl Lybecker, de 32 años, fue “pura suerte” que nadie resultara herido.
“Lo que realmente asusta es lo vulnerable que es la gente en mitad de la noche. Esta gente se despertó, pero ¿y si hubieran seguido durmiendo? ¿Y si hubieran tomado pastillas para dormir?”, se preguntó Lybecker, que vio arder en llamas la fachada del bloque de departamentos contiguo al suyo. EFE