La noche del martes, Marcelo Ebrard y Mario Delgado sostuvieron una ríspida reunión. La conversación entre ambos llegó a tal punto que el secretario de Educación del Distrito Federal, más que molesto, dio un manotazo sobre la mesa y reclamó al jefe de Gobierno su petición.
Y es que el “delfín” de Marcelo no imaginó en momento alguno que su protector, quien lo eligió y empujó para situarlo en la carrera para sucederlo en el gobierno capitalino, lo dejaría de la mano en el último momento y le solicitaría -con todas sus letras- que se bajara de la contienda.
-¡No me puedes pedir eso!-, reprochó Delgado.
-¡Te di todo y no creciste, qué me reclamas!-, repuso severamente Ebrard.
Ebrard había intentado explicarle la situación: que la coyuntura política y las campañas abiertas de los otros partidos los habían orillado no sólo a apresurar la decisión de quién va como candidato, sino a optar por un proceso que privilegia la popularidad.
Esta situación, insistiría el jefe de Gobierno, impidió que contaran con una “candidatura blindada”, tal como ocurrió en los tres procesos de selección anteriores, y el futuro de la izquierda en la capital estaba en juego.
Así que, no había más qué hacer en su caso. Tenía que dejar la contienda para apuntalar a otro de los contendientes, uno con más popularidad.
Delgado no daba crédito a lo que escuchaba. Fue entonces cuando pegó el manotazo y reclamó a su jefe el abandono a su persona y la petición que le estaba haciendo.
Esta historia la narraban ayer los perredistas durante los registros de Martí Batres y Alejandra Barrales a la candidatura del PRD para la jefatura de Gobierno del DF, y daban cuenta de las turbulencias por las que está atravesando el proceso interno, mientras el propio Delgado anunciaba lejos de ahí que hoy haría un pronunciamiento sobre su futuro político.
La noticia corría rápidamente: “¿Ves?, sí se baja Mario…”, asentaban.
Pero no todo era alegría en el grupo de Barrales por más que alzaban sus mantas y coreaban su nombre. Ella, que había encabezado durante todo el año las encuestas, de pronto amaneció ayer -según la encuesta del diario Reforma- por debajo del procurador capitalino, Migue Ángel Mancera, con una diferencia de hasta 15 puntos en población abierta (28 contra 13) y de 11 entre simpatizantes del PRD.
¡Un balde de agua fría!, el mero día de su registro, aunque ella misma diría que algunos de sus contendientes “algunas veces acomodan las cosas y hacen malabares” para tratar de cambiar la realidad. Pero, aseguraría a sus simpatizantes reunidos en el Salón Covadonga, “hagan lo que hagan, no pueden cambiar la voluntad ciudadana”.
Sin embargo, más allá del rostro a mostrar a las multitudes, en su fuero interno parecían saber que la situación se había ya definido hacia otro rumbo, hacia aquél a quien el propio Andrés Manuel López Obrador dio su bendición: Miguel Ángel Mancera.
Y como colofón apuntaban: El procurador ya negoció con Bejarano, le va a dar medio gabinete…
GEMAS: Ya hay alguien, con rostro de mujer, que se ve como el poder detrás del trono en el Gobierno del DF.
Nomás como detalle: René Bejarano no se ha sentado a negociar con Alejandra Barrales.
martha.anaya@24-horas.mx | @marthaanaya
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