Los penales de cinco estados del país se han convertido en el último año en otro de los frentes de la disputa entre los carteles del narcotráfico. La pugna por los controles de los penales, las canonjías y las complicidades de los celadores, ha dejado como saldo visible riñas masivas, en las que han muerto 131 reos, 58 de ellos –que representan el 44% del total- en centros penitenciarios de Tamaulipas.
Las investigaciones judiciales locales revelan, además, que lo que ha provocado estas batallas es el control de la distribución de droga y los esquemas de privilegios para este tipo de internos.
Asimismo, detallan que influyen en la violencia la pretensión de instalar esquemas de autogobierno que no era propia de los grupos ligados con el narcotráfico, pero también en el último año la llegada de lugartenientes de células de los cárteles, de sicarios, de secuestradores y de quienes trasiegan con droga.
La violencia en los penales va en aumento. Desde el 20 de enero de 2010 no se registraba una riña en una cárcel del país con un saldo de muertos tan alto; en esa ocasión, el escenario fue el Centro de Readaptación Social (Cereso) número 1 de Durango capital, con 24 muertos y 20 heridos, pero el pasado miércoles, el Centro de Ejecución de Sentencias de Altamira, Tamaulipas, fue el sitio de una reyerta que dejó un saldo de 31 muertos, y 13 heridos.
Tamaulipas se ubica como la entidad con el mayor número de reos asesinados en 12 meses: 58 en el interior de los penales, y en el caso de ayer en Altamira, hay internos ligados con Los Zetas y con el cártel del Golfo, quienes mantienen alianzas con bandas de presos del fuero común.
En el enfrentamiento, la mayoría de los asesinados fueron presos por delitos del fuero común (22 de ellos), pero los acusados por los hechos violentos, de acuerdo con las primeras investigaciones, son internos por delitos federales.
El antecedente inmediato durante el último año de otra riña colectiva, fue el del 15 de octubre en el penal de Matamoros, Tamaulipas, que arrojó 20 muertos y 12 heridos, mientras que el 15 de julio, en el penal 2 de Nuevo Laredo ocurrió una riña que dejó siete muertos, y la cual se empleó como distractor para la fuga de 61 internos.
Los otro cuatro estados que concentran las riñas colectivas son Durango, Nuevo León, Sinaloa y Chihuahua; en esta última entidad, las autoridades locales también han admitido que en la reyerta del 26 de julio, en el penal de Ciudad Juárez, el enfrentamiento ocurrió entre integrantes de Los Aztecas y Los Mexicles, los primeros parte del cártel de Juárez, y los segundos de una célula ligada con Joaquín El Chapo Guzmán.
Otro hecho ligado con grupos de delincuencia organizada fue el del 13 de octubre, en el penal de Cadereyta, Nuevo León, donde se desató un enfrentamiento por la captura de Carlos Oliva, La Rana, lugarteniente en la plaza de Los Zetas, que dejó un saldo de siete muertos –cuatro de ellos calcinados-. Los reos se liaron usando armas blancas y quemaron colchones.
Por otra parte, el 21 de octubre, a menos de 24 horas de la ejecución afuera del Cereso número 1 de Durango capital, de Jorge Alberto Cuevas Castañeda, quien se encontraba preso por delitos contra la salud, se suscitó un pleito en ese penal que dejo la muerte de cuatro reos presos por delitos contra la salud y portación de arma de fuego.
Ese estado que se ubica en el segundo sitio en hechos de violencia, porque tiene 26 muertos por riñas en sus dos cárceles estatales en el último año. El 11 de enero del año pasado en el penal de Gómez Palacio, reos internados por secuestro y delitos contra la salud, protagonizaron una riña que dejó un saldo de 12 muertos, mientras que el 19 de marzo, en el Cereso número 1 de Durango, los integrantes de los bandos que están ahí por delitos contra la salud, se atacaron usando armas Barret, AK-47 y granadas de fragmentación, durante dos horas. El saldo, según las autoridades estatales, fue de un muerto. En ese mismo penal, el pasado18 de mayo, una balacera que se prolongó por media hora, dejó nueve muertos y 10 heridos.
La protección
El 22 de mayo del año pasado, cuatro custodios de ese penal de Durango capital, entre ellos el jefe de celadores, Felipe Amador Romero, fueron consignados acusados de proteger a internos pertenecientes a la delincuencia organizada, y fueron presos en el penal federal de Villa Aldama, Veracruz.
Luego de que policías federales lo detuvieron, Amador Romero dijo que desde hacía 20 días, brindaba protección al grupo de Los Emes o MS –célula ligada a Ismael El Mayo Zambada.