Todo indica que Felipe Calderón no puede con su partido, el PAN.
Y es que luego de que el presidente dictara línea a la dirigencia azul para bajar a uno o dos de los precandidatos que compiten con su delfín ‒mediante una “encuesta indicativa”‒ las tribus de Acción Nacional colocaron al presidente en posición de “jaque al rey”.
En otras palabras, impidieron que desde Los Pinos se impusiera al “delfín presidencial”, Ernesto Cordero.
Sin embargo, la buena noticia del fracasado periplo presidencial, es que el huésped de Los Pinos logró lo que parecía imposible: la unidad de los grupos políticos de Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel, un proceso unitario que era de sentido común y que aquí auguramos como inminente.
Y en efecto, resulta que luego de jaloneos, presiones, amenazas y advertencias, en la cúpula del partido azul se impusieron las fuerzas del llamado “anticalderonismo” ‒en especial los grupos de Vázquez Mota y Creel Miranda‒, cuyos operadores anularon las presiones de Calderón para imponer a su preferido. Pero vamos por partes.
La crisis del PAN
Para nadie es un secreto que Acción Nacional enfrenta una severa crisis política, sobre todo frente a la selección de su candidato presidencial para la contienda de julio próximo. Y es que contrario a lo que ocurrió en el PRI y en las llamadas izquierdas, sobre todo en el PRD, los jefes del PAN no lograron procesar ‒en tiempo y forma‒ una candidatura como la que reclama el momento político que viven el país y el partido azul. ¿Y cuál es ese momento político?
Elemental: que luego de su segundo periodo al hilo en el gobierno federal, y ante la posibilidad real del regreso tricolor, el partido azul estaba obligado a procesar un pacto político de unidad, con una candidatura fuerte, capaz de enfrentar al aún potente resentimiento del “lopezobradorismo” y la fuerza del aparente candidato imbatible del PRI, Enrique Peña Nieto.
Pero resulta que, en lugar de construir al candidato ideal, capaz de imponerse como aspirante de unidad por la vía de los hechos, en el PAN las aspiraciones se fracturaron en tres grandes bloques que hoy parecen irreconciliables y que, contra toda estrategia de supervivencia, pueden llevar al partido al más rotundo fracaso político electoral. ¿Por qué?
Porque cualquiera que resulte electo como candidato ‒sea Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero o Santiago Creel‒, los grupos del panismo llegarán fracturados a una elección presidencial en donde el signo distintivo será la unidad y las alianzas. Y la crisis política que vive el PAN es tal, que hoy se sabe que algunos sectores de poder ‒político y económico‒, que reclamaban su filiación azul, no solo se dicen agraviados, sino que tienen la mira puesta en el PRI de Enrique Peña Nieto.
Un fenómeno que, por lo demás, favoreció al PAN y a Felipe Calderón en las presidenciales de 2006. Sólo basta recordar que no pocos gobernadores y empresarios de fuerte filiación priista, le dieron la espalda al PRI de Roberto Madrazo y movieron todo su potencial electoral a favor del PAN de Calderón, cuando vieron perdido al aspirante tricolor. Hoy existen evidencias de que algo similar, pero en dirección opuesta, rumbo al PRI de Peña Nieto, estaría ocurriendo en el PAN.
El gran ausente
Por eso la pregunta obligada es: ¿Por qué llegó el PAN al peor de los mundos posibles, a seis meses de la elección presidencial?
La respuesta pudiera ser contundente y en pocas palabras. Se podría decir que el PAN vive una crisis política mayor y que su incapacidad para seleccionar a un candidato fuerte y de unidad, muestra el fracaso de sus estrategas, sobre todo de Felipe Calderón.
Pero la realidad es mucho más compleja. Lo cierto es que el partido azul vive la crónica de una crisis anunciada; ganó el poder, pero perdió su esencia como partido, la construcción de cuadros capaces de hacer la diferencia respecto al viejo PRI. El gobierno azul de Felipe Calderón, fue incapaz de construir un candidato capaz de garantizar el paso al tercer gobierno federal del panismo.
Y es que, como todos recuerdan, una tragedia le arrebató al PAN y al presidente Calderón al político que se perfilaba desde hace cinco años como verdadero “delfín presidencial”.
Nos referimos, claro, a Juan Camilo Mouriño quien, de estar vivo, seguramente hoy sería el candidato de unidad del PAN, y estaría en abierta competencia con Enrique Peña Nieto y con Andrés Manuel López Obrador. Pero la realidad es distinta y sin Mouriño entre los vivos, el PAN enfrenta la posibilidad real de ser derrotado en las urnas. ¿Qué le pasó al PAN y al presidente Calderón, para llegar a ese extremo?
Casi nada, que no fueron capaces de construir las figuras fuertes, carismáticas, populares y con arraigo suficiente como para amalgamar los intereses y los grupos del PAN. Luego de la muerte de Mouriño, el presidente Calderón y los grupos que cohabitan en el partido azul decidieron dejar la sucesión presidencial a las fuerzas naturales y lo único que consiguieron fue generar una guerra sin cuartel que hoy amenaza con la derrota electoral del PAN.
Pierde Calderón
Lo curioso del asunto es que al “cuarto para las 12”, Felipe Calderón y un sector del PAN intentaron imponer como candidato de unidad al más impopular de los aspirantes, Ernesto Cordero, cuando durante años dejaron que la señora Josefina Vázquez Mota y el señor Santiago Creel hicieran un exitoso proselitismo a favor de sus causas.
Hoy, queda claro que al presidente Calderón y a sus genios de la política, se les olvidó que un candidato presidencial se construye desde el momento mismo en que se llega al poder; olvidaron que Fox, AMLO, Peña Nieto, y el mismo Calderón, se construyeron como precandidatos desde años antes de hacer públicas sus pretensiones presidenciales. Olvidaron que Ernesto Cordero era el perfecto desconocido, hasta antes que Calderón decidiera enviarlo al circo electoral.
Por eso hoy, cuando Calderón intentó dar el empujón final a su delfín, ocurrió lo impensable; en el tablero presidencial del PAN, las tribus azules se colocaron en posición de “jaque al rey”. Parece que derrotaron a Felipe Calderón. ¿Qué tal?. ¿Cara o Cruz?
¿Se acuerdan?
El 2006 arrancó con actividad política limitada. Y es que en esa ocasión, los candidatos presidenciales suscribieron un receso navideño con el que limitaron su exposición mediática.
Aún así, durante la primer semana del año, la nota la dio la hoy precandidata Josefina Vázquez Mota, quien en esas fechas abandonó la Sedesol y se unió a la campaña de Felipe Calderón.
¿Quién diría que 6 años después, los hechos la convertirían en la “hija desobediente” del hoy primer mandatario?
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