En las pasadas cuatro décadas las llamadas BRIICS (Brasil, Rusia, India, Indonesia, China y Sudáfrica) o economías emergentes, se habían apropiado de una creciente porción de la producción manufacturera mundial, en parte debido a sus bajos costos en mano de obra. Pero ahora, estos países ya producen más de la mitad de las exportaciones mundiales, por lo que se espera que en 2012 importen más bienes que las economías ricas. Ese sería un cambio dramático desde el 2000, cuando importaban a lo sumo la mitad del valor de las grandes economías. El crecimiento rápido de la capacidad de pago en los países en desarrollo hará que aumenten las ganancias de las compañías en las economías ricas en los próximos años (gráfico 1).
Por eso, las economías emergentes importarán más maquinaria y equipo provenientes de países ricos con el fin de construir sus nuevas fábricas y mejorar su infraestructura (gasto de inversión). Pero esto también se dará en el gasto de consumo, ya que para 2012 ellos contabilizarán casi la mitad de las ventas al por menor y, aún más importante, el incremento en su gasto en términos de dólares absolutos será dos veces más grande como lo será el incremento en el mundo desarrollado. Los países emergentes también comprarán casi la mitad de todos los motores de vehículos (arriba del 20% en 2000), contarán con 80% de los contratos de teléfonos móviles y dentro de 10 a 15 años podrían producir la mitad de las ganancias de muchas grandes compañías multinacionales.
Expectativa a la baja
La medición del Economist/FT Global Business Barometer, encuesta trimestral realizada por el Economist Intelligence Unit a más de mil 500 grandes ejecutivos, sugiere que éstos entran a 2012 con ánimo pesimista. En octubre, sólo 14% de ellos esperaba que las condiciones de los negocios mejoren en los próximos 6 meses, cifra menor al 23% hallado en julio y del 40% obtenido en mayo. La confianza general, medida como el balance de los ejecutivos que piensan que la economía global mejorará contra aquellos que piensan que irá peor, se hundió de un +19 puntos porcentuales en mayo a un –39 puntos porcentuales en octubre (gráfico 2). Esta cifra es peor que la registrada en la crisis financiera de septiembre de 2008, cuando una encuesta similar puso la confianza neta en -37 puntos porcentuales.
Entre tanto, los ejecutivos de Europa occidental y América Latina están literalmente “melancólicos”: casi tres de cada cinco piensan que se estará peor en los próximos 6 meses. Y de los ejecutivos de Europa del Este y África, uno de cada cinco tiene buenas expectativas hacia el futuro, comparado con solo uno de cada diez en Europa. ¿Cuál es la razón de todo lo anterior? Los riesgos económicos y de mercado son la principal preocupación de los ejecutivos, tres de cada cinco de ellos reflejan este malestar.
¿Rescate mundial?
Cada recesión global desde 1970 fue precedida y gravemente afectada por un agudo pico en los precios del petróleo, por lo que la OPEC (Organización de los Países Exportadores de Petróleo) podría convertirse en un salvador insólito. En 2012, un colapso en el precio del crudo –y no sólo una baja modesta, sino un hundimiento profundo suficiente para reactivar el consumo americano y para transformar los déficit comerciales griegos, portugueses, españoles e italianos– podría ser la salvación del mundo a una doble recesión (la de 2008 y una reciente).
Una caída de 40% desde el pico que se tuvo en mayo de 2011, traería al crudo de 127 dólares a $77 el barril, lo que para la economía americana –que consume 7 billones de barriles de petróleo al año– ofrecería algo parecido a estímulos fiscales equivalentes a 350 billones de dólares, aún sin permitir caídas paralelas en el gas natural y el carbón. Si la mayoría de las reducciones en los precios se concentraran en los primeros meses del año, esto sería suficiente para evitar una recesión americana y reactivar la confianza financiera en la zona euro.
¿Es razonable esperar este “feliz” escenario para el futuro? Al parecer sí, pues la lógica económica plantea que la demanda por el crudo seguro se debilite como resultado de una inminente recesión en la economía global. Por eso es difícil imaginar que los precios americanos del petróleo reboten de repente. La lógica política es igualmente convincente: si la OPEC decidiera cortar la producción, los precios globales podrían en teoría estar por encima de los 100 dólares del nivel europeo. Pero ¿realmente la OPEC defenderá un precio por encima de los 100 y, al mismo tiempo, ser testigo del hundimiento de la economía global en una nueva recesión? Una estimación poco probable.
*Maestro en Políticas Públicas egresado del CIDE, Coordinador del área de investigación y análisis en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate.
paulo.cantillo@contorno.org.mx | @pcantillog
Referencia
The World in 2012, The Economist, noviembre, 2011. Suplemento especial de final de año.