En el ambiente actual de incertidumbre internacional económica y política, donde los principales actores no logran coincidir, e incluso se polarizan, en cuanto a cuál es la mejor alternativa para salir de la crisis financiera, todas las partes reconocen que, de no cambiar las políticas actuales, se condenará a la economía a una depresión todavía más profunda que la ya esperada. Ante este escenario el premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, acérrimo keynesiano, argumenta que Europa y Estados Unidos han dejado de lado las premisas de Keynes de aumentar el gasto para estimular el consumo, el empleo y la economía en general, para dar lugar a políticas de austeridad presupuestaria.
El economista británico, John Maynard Keynes, argumentaba que sería mejor para el gobierno contratar gente para cavar hoyos y luego rellenarlos ‒en un intento de incentivar el empleo‒ que no hacer nada; sin embargo, también exponía que ello no es una manera razonable de hacerlo y que lo mejor sería aumentar el gasto en construcción de viviendas e inversión. Aunque expuesta de manera sencilla, es alrededor de esta visión que se forma un debate en cuanto a si es mejor inyectar gasto a países que ya cargan con un déficit presupuestario grande o aplicar medidas que se enfocan en estabilizarlo a expensas de tomar acciones que estimulen la economía.
A pesar del a veces criticado radicalismo de Krugman, su argumento central es acertado en el sentido de la necesidad de fomentar la inversión en los países, especialmente en Grecia, para promover el empleo. No sólo se necesitan mayores recursos para apoyar al Estado sino también la presencia de inversión privada, pues de lo contrario la presión que recaería sobre la economía sería demasiada para lograr su recuperación.
Europa parece haber abandonado las recomendaciones de Keynes al fallar proveer estímulos adicionales que acompañen las medidas de austeridad, necesarias para contener la deuda y estabilizar los déficits, impuestas a varias de sus economías. En un intento de mostrar la seriedad de su disciplina fiscal, las medidas tomadas apuntan a probar que están dispuestos a hacer lo que sea para recuperar la confianza de inversionistas. No obstante, si dichas medidas no son acompañadas ya sea del respaldo del Banco Central Europeo (que se ha mostrado reticente a actuar por miedo a desincentivar las acciones llevadas a cabo por Grecia y que ésta vuelva a caer en una crisis más severa) o con estímulos que impulsen la economía, entonces el limitar los déficits sólo disminuiría el crecimiento y probablemente conducirá a una necesidad de mayor austeridad. Es así que el miedo de un déficit de largo plazo confina la acción de las políticas a corto plazo de los países, lo que a su vez se ve restringido por la negativa de adoptar nuevos estímulos fiscales.
Uno de los principales problemas actuales de la economía estadunidense es que el estímulo inicial provisto luego de la crisis de 2008 no fue lo suficientemente grande como para levantarla. A partir de esta premisa es que los “anti-keynesianos” argumentan que el aumento del gasto no es la alternativa eficaz para salir de la crisis y que la mejor opción son los recortes presupuestales y la imposición de la austeridad como una medida ubicua dentro de las agendas económicas de cada país.
Las consecuencias de la inefectividad que hasta ahora han mostrado las acciones provenientes de Europa, amenazan con llegar a Asia, donde Japón no ha logrado recuperarse de décadas de crecimiento económico perdido, a la vez que China, al ser altamente dependiente de sus exportaciones, ha visto una desaceleración en su crecimiento. Ante este panorama y a pesar de que el crecimiento en el mundo será impulsado por regiones como Latinoamérica, la relación que dicha región mantiene con China se muestra como una amenaza creíble para mermar su expansión económica.
Rigurosas medidas que restrinjan el gasto ‒aunque pueden ser vistas como la única alternativa para casos como el de Grecia‒ amenazan con agravar el estado de la economía mundial actual. Si bien es cierto que se necesitan medidas extraordinarias para los casos de algunos países donde el estado de su deuda se muestra insostenible, si algunas de las principales economías el mundo, lideradas por Estados Unidos, Alemania y Francia, deciden seguir la misma línea de acción, entonces se estará condenando a la economía mundial a caer en una depresión severa, donde el miedo de tomar decisiones firmes y concretas habrá mostrado su resultado.
*Economista, asistente de investigación en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate.
gs_godoy@hotmail.com
Fuentes:
Paul Krugman, Keynes was right, The New York Times, 29 diciembre 2011.
Austerity Reigns Over Euro Zone as Crisis Deepens, The New York Times, 1 enero de 2012.