No conocí personalmente a Ricardo Legorreta. Nos topamos algunas veces en la universidad, y en algún evento, pero nada más. Tengo sus libros y algunos videos, no soy erudito ni domino su vida y su obra. Me mueve la triste noticia de su fallecimiento, y la necesidad de recordarle en un sencillo homenaje a través de estas líneas.
Curiosamente los primeros encuentros con la arquitectura que distinguimos como “propia” (otra forma de llamar al regionalismo crítico de Kenneth Frampton) los tuve desde la infancia a través de la obra de Legorreta. Víctor (su hijo y socio) era del grupo de “la ronda” en la primaria. Cuando pasábamos por él en la mañana, nos llamaba mucho la atención el color naranja de las puertas del estacionamiento de su casa; percibíamos, a manera de “noción”, que Víctor vivía en una casa especial, simplemente por la puerta de donde salía. Esa casa era también la oficina de Legorreta Arquitectos; y el actual domicilio.
El Colegio Ignacio L. Vallarta de Av. Constituyentes -en donde estudiaba mi hermana, y que hasta hace muy poco descubrí que también es obra de Legorreta-, también captaba nuestra atención por la composición de sus grandes placas de concreto suspendidas de la fachada principal. Nuevamente transmitía esa atmosfera de lugar especial.
No recuerdo cuándo fue la primera vez que estuve en el Camino Real de la Ciudad de México –terminado en 1968-, seguramente en la infancia también, pero desde entonces ya lo consideraba extraordinario. Es una cuestión de “atmósferas”.
Estudiando arquitectura -hasta la fecha una visita obligada para cualquier estudiante-, decidí que de sus obras, era mi favorita. La “espiral” de lugares, o mejor dicho, la forma en la que se “suceden” los distintos espacios dentro del edificio es algo sumamente especial y fascinante. El patio de acceso “pentagonal” con la celosía “rosa mexicano” de Mathias Goeritz, el muro amarillo y la fuente con olas, el lobby con el mural de Rufino Tamayo, o las escaleras anchísimas, siempre conviviendo con obras de arte, constituyen ya un lugar del que nos hemos apropiado todos. Este edificio establece de alguna manera los valores que definirán a la obra subsiguiente de Ricardo Legorreta: la inspiración en nuestras raíces prehispánicas y coloniales, la proporción de sus espacios, la importancia del acceso principal y la bienvenida, los cambios de escala –espacios angostos que preceden a los muy amplios-, la forma siempre obligada de descubrir poco a poco los lugares, las sorpresas en las perspectivas y los remates visuales, el uso del color con el que tanto lo identificamos, grandes muros aplanados de cemento-arena, canteras, madera, barro, celosías, pérgolas, patios, fuentes…El Hotel Camino Real marca un antes y un después para la Ciudad de México, y ciertamente es el inicio de la gran contribución que Ricardo Legorreta hizo a nuestra arquitectura: introdujo “escala” –hasta la monumentalidad- explorando los límites, si se quiere ver así, al camino que inició Luis Barragán con una obra más bien íntima.
Trabajó con José Villagrán García, pilar de nuestra arquitectura moderna y con quien seguramente forjó su disciplina en el trabajo, desde 1948 hasta 1960, año en el que inició su actividad profesional independiente, y conoció a través de Mathias Goeritz a Luis Barragán en 1966, cuando ya tenía el encargo del Camino Real. Siempre se le ha asociado como amigo y discípulo de Barragán, pero estas notas curriculares son, a saber, los golpes de timón que definieron su rumbo y su vida como arquitecto, en términos muy sintéticos.
El Camino Real de Ixtapa, hoy Westin Brisas Ixtapa, –terminado en 1981- es, por muchas razones, otra obra capital de Ricardo Legorreta. Una especie de manifiesto de que la buena arquitectura no destruye la naturaleza, sino la exalta. A partir de un genial y sencillo esquema “resuelto en corte” (explorado previamente con éxito en el Camino Real de Cancún), este edificio aportó una propuesta arquitectónica altamente singular. Basta con ver la solución del vestíbulo que remata con el Océano Pacífico, en donde las puestas de sol se convierten en verdaderas ofrendas rituales.
El edificio incrustado en la montaña semejante a un gran “tablero” de habitaciones como pichoneras y hamacas con vista al mar, su color predominante que se mimetiza con la tierra del lugar, la decoración y el mobiliario, el espléndido diseño gráfico, el magistral complejo de albercas, o la cafetería “Los Azulejos” flotando en la selva circundante, son lugares que nacieron icónicos y patrimoniales para México. Esta obra –como tantas otras que construyó- expresa muy claramente la voluntad de Ricardo Legorreta de producir placer con el simple paseo dentro del espacio arquitectónico. El gozo de la arquitectura.
La Casa de Ricardo Montalbán marcó el inicio, en los años 80´s, de una prolija obra internacional que hoy se identifica en una prestigiada firma, Legorreta+Legorreta, de probada presencia en los cinco continentes, ya con la participación de Víctor desde principios de los años 90’s.
Una pérdida para México y para nuestra arquitectura, Ricardo Legorreta Vilchis, de personalidad arrolladora en su misma sencillez, encontró en la grandeza de México una forma de expresión que tradujo en estilo propio, y que exportó con orgullo, consiguiendo para nuestro país un alto reconocimiento que materializó con muchísimos premios y reconocimientos merecidamente… Descanse en paz.
PREMIOS Y RECONOCIMINETOS DE RICARDO LEGORRETA
2011
Doctorado Honoris Causa, UNAM, Ciudad de México, México.
Reconocimiento del Gobierno de la Ciudad de México, México.
Praemium Imperiale. Tokio, Japón.
2009
Premio Nacional de Arquitectura. Ciudad de México, México.
2007
Premio Beethoven a la Creatividad Arquitectónica en las Américas.
Medalla Anáhuac en Arquitectura, Universidad Anáhuac.
Premio Internacional por la Sociedad de Arqs. Americanos Registrados SANA
2005
Medalla de oro, Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos.
2004
Doctorado Honoris Causa, Universidad Roger Williams, Bristol, E.U.A.
Medalla Manuel Tolsa, UNAM, Ciudad de México, México.
2003
Homenaje ARPAFIL (Arte, Arquitectura y Patrimonio), Guadalajara, Jalisco.
2002
Reconocimiento de la Federación y el Colegio de Arquitectos Cancún A.C.
Grado de Doctor de Letras Humanas del Colegio de Santa Fe, E.U.A.
Imposición de la Encomienda de Isabel la Católica del Gobierno Español.
2001
“Premio de Obras CEMEX”, 1er Premio a la Vida y Obra Cemex.
Medalla al Mérito Profesional Turístico “César Balsa”, Ciudad de México.
2000
Medalla de Oro del Instituto Americano de Arquitectos (AIA).
Plato de Oro de la Academy of Achievement, Arizona, E.U.A.
1999
Medalla de Oro, Unión Internacional de Arquitectos (UIA).
1993
“Creador Emérito del Sistema Nacional de Creadores”, México.
1992
Premio “Arquitecto de las Américas”, Montevideo, Uruguay.
1991
Premio Nacional de Artes del Gobierno Mexicano.
1990
Nombrado entre los 30 Arquitectos Líderes por el Programa de Arquitectura Domino’s, E.U.A.
Académico titular de la Academia Internacional de Arquitectura, Sofía, Bulgaria.
1988
Académico de Número de la Academia de Artes México
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