PUERTO PRÍNCIPE. Días después del devastador terremoto de 2010 que mató a su hijita y destruyó su vivienda, Meristin Florival y su familia extendieron una lona en una colina de la capital haitiana y se instalaron a vivir en ese lugar. De allí no se han movido.

 

A pocos kilómetros, Jean Rony Alexis se mudó del campamento donde estuvo varios meses después del terremoto a una choza precaria que construyó la Cruz Roja, pero no está mucho mejor. El alquiler se duplicó y no tiene agua corriente ni trabajo.

 

“No veo ningún beneficio”, expresó Alexis, un vendedor callejero, que ahora vive en una choza donde retumba el ruido de un bar vecino, el “Frustration Bar”.

 

Florival y Alexis figuran entre los cientos de miles de haitianos cuyas vidas apenas si han mejorado desde el terremoto.

 

El secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon, el ex presidente estadunidense Bill Clinton y otros prometieron construir una Haití mejor que la anterior. Sin embargo, muchos haitianos no perciben mejoría alguna en su situación. Puras promesas.

 

Inicialmente se anunciaron grandes planes y se dijo que de los escombros surgiría una ciudad moderna que daría mejores condiciones de vida a sus tres millones de habitantes, pero ahora el gobierno parece estar enfocándose en las cosas básicas, abordando proyectos que buscan crear viviendas para los desplazados en sus viejos barrios, renovar la infraestructura y encontrarle trabajo a la gente a través de amigos.

 

Las razones del lento progreso son varias. En Haití, uno de los países más pobres del mundo, a menudo no está claro quiénes son los propietarios de las tierras y esto genera trabas burocráticas. También hubo un impasse político que duró más de un año y que todavía afecta la toma de decisiones.

 

Luego del terremoto hubo elecciones que fueron cuestionadas y generaron disturbios. Puerto Príncipe estuvo paralizada tres días y el aeropuerto internacional fue cerrado.

 

Incluso después de resuelto el asunto y de que Michel Martelly asumió la presidencia en mayo de 2011 hubo nuevos problemas. Martelly, un astro de la música pop sin experiencia política, se tomó seis meses para designar un primer ministro encargado de supervisar la reconstrucción. Irritó a la oposición cuando su gobierno detuvo a un diputado sin seguir los procedimientos legales y también al nombrar un primer ministro sin consultarles. Respondieron obstruyendo todos sus movimientos.

 

Durante seis meses Martelly gobernó con ministros del antiguo gobierno. “Se creó una situación en la que era difícil hacer cosas”, comentó el nuevo ministro de relaciones exteriores Laurent Lamothes.

 

Los campamentos, el símbolo más visible del terremoto, siguen presentes en las laderas de las colinas que rodean la capital o encerrados entre los callejones de la ciudad.

 

El 12 de enero de 2010 Haití fue estremecida por un terremoto como jamás habían visto y se habla de más de 300.000 muertos. Nadie pensó que dos años después, la capital siguiese en ruinas. Los campamentos de refugiados dieron lugar a verdaderos barrios marginales.

 

Más de 550 mil personas aún viven en campamentos lúgubres y densamente poblados, y muchos de los que se fueron de esos sitios, desalojados o porque consiguieron una vivienda, dicen que su situación apenas si mejoró, y en algunos casos empeoró.