Suplir a una figura de la capacidad y el carisma de Guillermo Ochoa no es tarea sencilla. Lo sabe bien, y con dolor, Armando Navarrete al que le tocó esa ingrata misión en un muy mal momento del América, que tuvo uno de los peores semestres de su historia.

 

El que había sido un cumplidor guardameta suplente durante varios años, parecía capacitado para evitar que la marcha de Ochoa al Ajaccio de Francia generara un exceso de nostalgia por los rumbos de Coapa. Sin ser un desastre, Navarrete asumió el rol que tanto deseaba en el pasado Apertura 2011, pero se equivocó en el peor momento posible, y su actuación en el Clásico ante Chivas le distanció cruelmente de la afición americanista.

 

Por eso la nueva dirigencia del popular club, entendió que había que buscar una nueva opción para tan importante responsabilidad. De la mano de Miguel Herrera, quien lo entrenó en el Atlante, llegó al nido Moisés Muñoz, que con 31 años de edad ya ha mostrado sobradamente ser un portero confiable, aunque su serena y equilibrada forma de ser no le hagan un personaje muy seguido por los reflectores y los medios.

 

Pese a ese perfil bajo, fue muy regular y consistente como cancerbero del Morelia, lo que incluso le llevó a ser seleccionado nacional en la Era La Volpe, y no le pesó sustituir a un símbolo del club, el argentino Federico Vilar, cuando en el 2010 llegó al Atlante, equipo en el que incluso creció su credibilidad como guardameta, más allá de que lleve rato sin haber sido nuevamente convocado al TRI.

 

Muñoz asumió un compromiso bravo, ya que vigilar el arco de las Águilas no es asunto que pueda lograr cualquiera. De hecho hasta antes del sábado pasado en Querétaro, esa función había sido responsabilidad de apenas dos distintos guardametas, Guillermo Ochoa y Armando Navarrete, en los más recientes 228 partidos de Liga y Liguilla de las Águilas.

 

La más reciente ocasión que otro portero había defendido la portería del América tenía fecha del 26 de noviembre de 2005, cuando Juan de Dios Ibarra fue titular en un cotejo ante el Monterrey, en el Estadio Tecnológico, en la fecha 17 del Apertura 2005. Tras ello, en el equipo de Televisa, sólo atajaron Ochoa, que disputó 180 partidos, y Navarrete, que contabilizó 41 encuentros, incluyendo los 17 del pasado concurso, en el cual no tuvo actuaciones lo suficientemente convincentes.

 

En esta nueva aventura, Muñoz no sólo pone en riesgo parte de su trabajado prestigio. También corre peligro de extraviar una larga racha sin dejar de ser titular en sus equipos, ya que desde el 4 de noviembre de 2009 no dejó de jugar ni un partido, ni un minuto, como portero de sus equipos, Morelia y Atlante.

 

El nacido en Morelia, Michoacán, el 1º de febrero de 1980, contabiliza 81 juegos en fila sin ser removido del cargo y sólo se perdió uno de los últimos 150 partidos disputados por sus clubes en torneos de Liga y Liguilla, lo que deja ver una regularidad a prueba de balas.

 

 

En espera de una oportunidad

 

Cuesta entender, aún en un equipo de tantas agitaciones internas como el América, porque si un producto de sus fuerzas básicas como Guillermo Ochoa entregó tan buenos resultados en ese puesto no se deba seguir confiando para ello en nuevos productos de la cantera.

 

El hecho concreto es que ni Leonín Pineda, que ya tiene 26 años, ni Hugo Alfonso González, de 21, han tenido ocasiones de mostrarse en el primer equipo, al menos en compromisos de Liga y Liguilla, y si Muñoz no falla, seguirán a la espera de siquiera poder debutar en el Máximo Circuito.

 

Nacido en Arcelia, Guerrero, Leonín Pineda, ha transitado su carrera participando en filiales del club, como Zacatepec y Socio Águila en la otrora Primera A, o incluso colaborando repentinamente en el equipo sub-20. Sin embargo, el año pasado, con el Tijuana, disputó 12 partidos del Clausura 2011 ayudando a aquella franquicia a lograr el ascenso.

 

Por su parte, Hugo Alfonso González, nacido en San Luis Potosí, ya tuvo actividad en la Primera A con el desaparecido Socio Águila, y fue titular del equipo sub-20 en más de 60 partidos.