El candidato presidencial de los partidos políticos de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, fue el primero en revelar públicamente quién será el secretario de Hacienda de llegar a la presidencia de la República en las elecciones del próximo 1 de julio.

 

El anuncio que dio a conocer el pasado 19 de diciembre, dos días después de iniciada su precampaña, no es una sorpresa y sí revela la urgencia que tiene López Obrador para remontar su mala imagen entre los empresarios a escasos 6 meses de las elecciones.

 

La historia se repite y como en la campaña presidencial de 2006, Rogelio Ramírez de la O también fue el elegido por López Obrador para ocupar la secretaría de Hacienda una vez que ganara las elecciones presidenciales. El economista formado en la UNAM y becado en Cambridge por Redvers Opie, su mentor británico, había sido el asesor económico de cabecera del candidato y el constructor de su programa económico de gobierno.

 

López Obrador necesitaba de un economista cercano a sus ideas pero a la vez uno que el sector privado aceptara o, por lo menos, estuviera dispuesto a escuchar. Ese fue Ramírez de la O, un analista independiente con importantes credenciales profesionales que lo acreditaban en los círculos empresariales, creyente de las bondades del mercado pero con una decidida intervención del Estado a través de la política fiscal.

 

Su larga trayectoria entre las empresas multinacionales asentadas en el país como analista y consejero en políticas macroeconómicas –actualmente es consejero del Royal Bank of Scotland México- le daban a López Obrador los espacios que necesitaba para ser escuchado. Ramírez de la O heredó el negocio de análisis que fundó en México Redvers Opie, un prestigiado economista keynesiano participante en las conferencias de Bretton Wodds –que dio nacimiento al FMI y al Banco Mundial- y cuyos viejos modelos de interpretación ahora toman nuevos aires después del estallido de la crisis global y de los cuestionamientos a los que han sido sometidos los modelos liberales.

 

Sin embargo en aquel momento a medida que López Obrador avanzaba en las encuestas, los críticos enfatizaron la inexperiencia política y administrativa de Ramírez de la O para ocupar el cargo, así como su incapacidad para armonizar sus propuestas económicas con las utopías e intereses del discurso político de su jefe.

 

En 2012 el reto para el nominado secretario de Hacienda es el mismo que hace 6 años: Convencer al sector empresarial, a inversionistas y mercados que López Obrador es confiable, que es responsable con las finanzas públicas, que es respetuoso de la autonomía del banco central y que es impulsor de la iniciativa privada.

 

A inicios de 2006 se advertían fisuras entre López Obrador y su asesor. El 4 de abril de aquel año en una entrevista que publicó el prestigioso Financial Times y a pregunta expresa sobre su propuesta energética, Ramírez de la O respondió vagamente que “buscaría fortalecer el papel que tienen las empresas privadas” sin dar detalles sobre lo que ello significa, mientras que López Obrador encendía las plazas públicas con sus discursos estatistas sobre la explotación petrolera y la generación eléctrica.

 

Ese doble discurso advertido en el sector privado pasó una factura muy cara al entonces candidato, quien ahora pretende mostrar que ha aprendido la lección; pero no será fácil convencer a los mercados que el doble discurso de 2006 quedó enterrado en el pasado.

 

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