MADRID. Ministro durante la dictadura de Francisco Franco, fundador del Partido Popular y uno de los padres de la actual Constitución, el veterano y controvertido político español Manuel Fraga Iribarne falleció hoy. Tenía 89 años.

 

Fraga murió en su domicilio de Madrid, rodeado de sus cinco hijos, a causa de una infección respiratoria que agravó su ya delicado estado de salud, según informó un portavoz de la familia a los principales medios locales y posteriormente confirmaron los populares en su cuenta oficial de Twitter.

 

“Desde el twitter oficial del Partido Popular queremos enviar nuestro mas sentido pésame a la familia de don Manuel Fraga”, dijo el PP.

 

Nacido el 23 de noviembre de 1922 en Villalba, un pueblo de la provincia de Lugo, en la comunidad gallega, Fraga protagonizó una prolija carrera política de 60 años y está considerado como una figura esencial de la derecha española.

 

Tras una brillante carrera universitaria, Fraga comenzó a ocupar cargos intermedios en el régimen franquista hasta que en 1962 fue nombrado ministro de Información y Turismo.

 

Bajo su mandato, Fraga elaboró una ley de prensa que suprimía la censura previa de las informaciones periodísticas. Un gesto que fue entendido como símbolo de apertura por parte de Franco.

 

Sin embargo, su decisión más importante fue la de convertir a España en el destino turístico de media Europa. Padre del famoso reclamo “Spain is different! (¡España es diferente!)”, Fraga abrió las costas españolas y su buen tiempo a la llegada masiva de visitantes extranjeros.

 

El turismo sigue siendo una de las principales fuentes de ingresos del país y representa más de un 10% del Producto Interno Bruto ibérico.

 

Uno de sus episodios más recordados durante su etapa en el gobierno tuvo lugar en 1966. Un avión B-52 norteamericano que transportaba cuatro bombas atómicas sin detonador de 20 megatones cada una se estrelló mientras sobrevolaba la costa sureste española, cerca de la localidad mediterránea de Palomares.

 

Una de las bombas cayó al mar y fue recuperada días después. Otra se quedó en la playa sin mayores consecuencias, pero las otras dos bombas sí liberaron partículas radiactivas al ecosistema.

 

Para hacer ver que no había peligro, Fraga y el entonces embajador norteamericano en España, Angier Biddle Duke, se bañaron en las aguas de Palomares ante la atenta mirada de las cámaras oficiales del régimen, en una imagen que dio la vuelta al mundo. Todo un éxito de propaganda.

 

El populismo de Fraga y sus decisiones no gustaron al núcleo más reacio a la distensión de las férreas leyes de la dictadura y la apertura de España. Estas presiones le costaron el cargo en 1969. Poco después fue “desterrado” durante un tiempo a la embajada española en Londres.

 

Tras la muerte de Franco en 1975, Fraga retomó el pulso político. En el gobierno que precedió a la democracia, con el Rey Juan Carlos de Borbón ya como jefe del Estado, ocupó la vicepresidencia y el ministerio de la gobernación.

 

Contrario a la legalización del partido Comunista, Fraga ordenó a la policía reprimir con dureza las manifestaciones diarias que exigían libertad por toda España y se le atribuyó entonces una famosa frase que él siempre negó haber pronunciado: “La calle es mía”.

 

A pesar de que su figura se asociaba demasiado al franquismo, Fraga se convirtió en uno de los llamados “padres de la Constitución”, ya que intervino en la redacción de la Carta Magna.

 

Además, fundó entonces el partido Alianza Popular, que con el tiempo se iba a convertir, junto con el Partido Socialista, en uno de los dos grandes grupos políticos con apoyo electoral suficiente para gobernar el país ibérico.

 

En 1989, Fraga dio un paso que a la postre sería histórico. En el congreso llamado de la refundación, dejó el poder del partido en manos de José María Aznar y el grupo paso a llamarse Partido Popular, tal y como se conoce hoy en día.

 

Aznar se convertiría años después en presidente del gobierno y Fraga se retiró a su Galicia natal, donde ganó las elecciones regionales y se convirtió en presidente en 1990.

 

Gobernó hasta 2005 con un particular estilo. Muchos expertos consideran que Fraga cambió la cara a Galicia y la sacó de la decadencia en la que se hallaba. Para sus detractores, sólo aplicó una política excesivamente conservadora.

 

Durante estos 15 años, Fraga se destacó por declaraciones muy polémicas y en ocasiones fuera de tono. De profundas creencias católicas, fue muy famosa su defensa de la Iglesia en su posición en contra del uso del preservativo en las relaciones sexuales.

 

“Yo, desde luego, que toda mi vida, como es sabido, he dicho las verdades sin condón, pienso morirme sin ponerme ninguno”, dijo en 2005.

 

Su cruzada en contra de los homosexuales también provocó numerosas quejas de distintos colectivos, que a Fraga parecían no afectarle.

 

“Yo no tengo nada en contra de los homosexuales; si nacen así, pues qué se le va a hacer, pero que no digan encima que están orgullosos de funcionar al revés”, aseguró en 2005.

 

Más que polémicas fueron también sus relaciones exteriores, sobre todo en Latinoamérica. Su buena sintonía con Fidel Castro levantó ampollas y críticas, incluso de muchos de sus compañeros de partido.

 

Tampoco dudó en defender al ex dictador chileno Augusto Pinochet cuando el magistrado español Baltasar Garzón intentó procesarle en España.

“Nunca pasó de la categoría de mera anécdota personal de un juez que no contó en ningún momento con el apoyo ni de los fiscales ni de su Gobierno”, señaló en una entrevista en junio de 2000.

 

Después de su mandato, y lejos de retirarse, Fraga fue nombrado senador en 2006 y pasó sus últimos años de vida trabajando en la Cámara Alta. El 7 de abril del 2011 pasó por el quirófano para reparar una fractura de cadera tras una caída en su domicilio y en sus últimas apariciones públicas se le vio ayudado de una silla de ruedas.

 

Después de la operación, y con la salud muy resquebrajada, anunció su retirada de la política activa tras 60 años en primera línea. (AP)