El presidente de la Casa de Bolsa Vector, Alfonso Romo Garza, se considera el cupido de Andrés Manuel López Obrador con el sector empresarial del país por lo que anuncia que ya tiene listas sus flechas para que escuchen y se unan a la campaña del tabasqueño por la Presidencia.

 

Durante una entrevista que le dio a la revista Luces del Siglo, de Cancún, detalla que su cambio de percepción sobre el ex jefe de Gobierno del DF ocurrió hace un año; “me decían por qué no lo conoces. ‘Porque no me gusta, me da flojera por lo que oigo’, respondía. Pero me insistieron: conócelo. Fui a conocerlo y me llevé una sorpresa muy agradable”. El empresario ahora es el encargado de organizar los encuentros de López Obrador con el sector productivo.

 

− ¿Qué implica que familias como los Sada, Clariond y usted se estén sumando a Andrés Manuel?

− Es que todos nos hemos puesto a analizarlo a fondo y nos hemos llevado la misma sorpresa. Los empresarios dejamos a un lado el fanatismo y nos atrevimos a explorar otras opciones. Hoy le puedo decir que ya no hay miedo de los empresarios hacía su proyecto de nación, en cual estamos participando activamente.

 

− ¿Qué es lo que les está pasando a los empresarios, los está flechando Cupido?

− Yo creo que nosotros los empresarios somos bastante objetivos. Yo fui una persona que nunca me acerqué, nunca lo conocí, siempre estaba en contra de él porque muchas veces lo oye uno hablar sin conocerlo y nos radicalizamos. Pero como empresario viendo la situación del país, me dispuse a analizar a Andrés Manuel, a su gente, cómo piensa, cómo gobernó. Es algo que hago cuando emprendo un negocio, lo analizo; y entonces analicé perfectamente bien cómo gobernó la ciudad de México, con qué transparencia, con qué equipo, y para mi vergüenza y mi sorpresa comprobé que gobernó muy bien. Lo comparé con otros gobernadores y se lleva uno una sorpresa, me dije: “como no me detuve hacer un análisis en conciencia”.

 

−¿Los empresarios están decepcionados de los gobiernos del PRI y del PAN?

− Yo creo que si analizamos México en los últimos 30 años y vemos que hay 58 millones de pobres, algo estamos haciendo mal. Creo que hay muchas cosas que se han hecho bien, pero si vemos 58 millones de pobres, tenemos que traer nuevas ideas, así como los empresarios vemos nuevas tecnologías para revolucionar al mundo, para cambiar al mundo también necesitamos nuevas ideas, con un enfoque más social, más humano, sin quitar el precepto de libertad individual y el respeto a la propiedad privada. Yo creo que él viene a complementar lo que no se ha hecho en 30 años.

 

− ¿Y así como se decepcionó de Fox, no se podría decepcionar de Andrés Manuel?

− Déjeme decirle de qué estoy desilusionado: de que después de la Revolución Mexicana, en los últimos 80 años, tenemos 58 millones de pobres, entonces algo estamos haciendo mal. Yo creo que este país necesita puentes y necesitamos reconciliarnos, porque hoy el enemigo a vencer es sacar de la pobreza a 58 millones mexicanos. Nuestro objetivo es cómo podemos crear los puentes con el sector público, con el privado, con el gobierno para crear los puentes y el ambiente para generar este crecimiento.

 

 

− ¿Qué le exigen los empresarios a Andrés Manuel?

− Lo que nosotros queremos es un ambiente de seguridad y de confianza. Cuando hay seguridad y confianza, hay todo. Yo estoy en el sector financiero y si no me tuvieran confianza ya hubiera quebrado, entonces en el país tiene que haber confianza. ¿Por qué? Porque un buen dirigente es como un buen agricultor, hay que poner las condiciones necesarias para que las flores crezcan solas. Lo único que necesitamos es confianza y con eso nos la echamos.

 

− ¿Considera como un acierto el discurso amoroso de Andrés Manuel?

− Hay que traducir bien el discurso. Si usted analiza la propuesta estamos hablando de justicia, estamos hablando de respeto a la persona humana que son el entorno de esto que se entiende por amor. Yo creo que si todos estamos en el mismo objetivo de un cambio de actitud y de hacer una revolución en la honestidad, vamos realmente a cambiar.